Debería el estamento federativo tomar cartas en el asunto de la formación de los árbitros que ejercen como oficiales de mesa. Algún responsable en materia arbitral (puestos a suponer que verdaderamente existiera) tendría que tomarse en serio la revisión del programa formativo y, antes de expedir el carné, asegurarse que quien lo recibe, además de conocedor de normas y reglamentos, es persona sensata, equilibrada y consciente de la responsabilidad que adquiere.

No parece lógico que una competición del nivel de la LEB, que mueve muchos millones, en la que se exigen ´pijadas´ que van desde los moperos uniformados a los banquillos con respaldo, y en la que se imponen sanciones hasta por no rotularse el nombre de los jugadores en la camiseta, dependa de la incompetencia de jovencitos que demuestran no tener conciencia de la importancia de su labor y que van a los partidos como simples mecánicos, a manejar una maquinita, mientras charlan de sus cosas y aprovechan para quedar el fin de semana y gastar la nada despreciable cantidad de dinero con lo que sablean a los clubs.

A menudo he comprobado cómo muchos convierten la mesa arbitral en una mesa de tertulia al uso; y hasta he llegado a ver cómo alguno acude portando en su mano el móvil ¡encendido! como mejor muestra de la "responsabilidad", "profesionalidad" y "competencia" de la que hacen gala. Esto no tendría más importancia si no fuera porque mientras charlan, en la pista suceden cosas de las que no se enteran. Cosas que terminan por prostituir y adulterar la competición, creando perjuicios deportivos y económicos de difícil reparación.

*Gerente del Cáceres 2016.