Argentina le había ganado 4-0 a EEUU y él tuvo muchísimo que ver. Los periodistas lo fueron a buscar con la misma pregunta que le haría cualquiera: ¿cómo había hecho semejante golazo? Leonel Messi respondió como si se tratara de un episodio corriente y menor: "La tiré ahí, que entre o no es otra cosa”, dijo primero. Y añadió: “Apunté a ese palo porque pensé que el arquero iba a dar el pasito. La verdad es que bajó justo y fue muy lindo”.

En la sala de prensa le colocaron los audífonos para que escuchara el relato de su proeza técnica. “Viva el soccer, viva el monstruo, I love you”, gritaba. “Muchas gracias por el regalo, me he emocionado al escuchar cómo se vivió ese gol”. Messi levantó la mirada y sonrió. Ese es Leo, siempre.

BATISTUTA, ATRÁS

Son horas de intensas unanimidades en una Argentina que el próximo domingo puede volver a quedarse con la Copa América después de 23 años de sequía Desde la noche del martes es el principal artillero de la historia de la selección, con 55 anotaciones. Gabriel Batistuta quedó atrás y Messi va a por más. Pero ese hambre de gloria nunca le hace perder la grandeza.

Cuando le preguntaron si estaba feliz por el nuevo record, dijo que sí, claro, pero que no habría sido posible sin sus compañeros. Si no se lo viera correr a abrazarse con Higuaín o Lavezzi después de haberles cedido el gol, uno podría pensar que sobreactúa la modestia.

Pero no: es el Leo genuino que siempre piensa en el equipo. Por eso, cuandoMaradona dijo que carece de personalidad de líder, sus compañeros se mordieron la lengua para no contestar.

A pesar de Diego, por ahora nadie se atreve a poner en entredicho el lugar que Leo ocupa en el corazón de las multitudes. Hasta el presidente Mauricio Macrisintió la necesidad de sumar su voz y olvidarse de los rigores del ajuste económico: “Tremendo gol de tiro libre de Messi, de otro planeta. Felicitaciones al máximo goleador de nuestra historia!”.

Ni siquiera los que reclaman religiosamente la supremacía maradoniana encuentran un espacio para profesar su fe. El 22 de junio de 1986, Diego limpió a una parva de ingleses en el estadio Azteca y convirtió su gol histórico. Treinta años más tarde, en el NRG Stadium de Houston, el astro del Barcelona dejó una pincelada indeleble para ensanchar su reinado. Todos quieren verlo ahora levantar “su” copa con la selección.

VUELO INÚTIL

Messi fue el “gran titiritero” ante Estados Unidos. Primero habilitó a Lavezzi para abrir el marcador. Después vino su obra de arte. A los 32 minutos se sacó de encima a Beckerman y Wondolowski, quien tuvo que recurrir a la falta para frenarlo. El árbitro paraguayo, Enrique Cáceres, cobró la falta. El portero Guzan se sintió confiado. Messi lo engañó. La clavó en el ángulo que el arquero había descartado.

Su vuelo fue tardío e inútil: no pudo detener un balón que, en un principio, parecía irse por encima del travesaño y descendió con una precisión de cirujano. “Brad Guzan lo podrá contar sin mayores complejos: a él le hizo Lionel Messi el gol que lo pone arriba de todos los goleadores de la historia de la Selección. El número 55”, dijo la publicación Olé.