Ahí estaba el sábado Messi, subido en el autobús del Barça, devorando la cena que le había servido en una bolsa de picnic, mientras el gol de Gonzalo Higuaín, el primero del Real Madrid, se escuchaba por las radios de Almería. Antes incluso de que el Barça se dirigiera al aeropuerto de la ciudad andaluza escoltado ruidosamente por la policía nacional. Ahí arriba, cuchicheando con su amigo Mascherano, iba Messi, ajeno a todo lo que hiciera el Real Madrid y, por supuesto, Cristiano Ronaldo. Salió Leo del estadio de los Juegos Mediterráneos sin hablar --el discurso del argentino es tan profundo en el campo que no puede reflejarlo luego en los micrófonos-- sin saber entonces que el portugués no se olvida del Barça ni siquiera cuando su equipo golea (5-1) al Athletic Club y él marca tres goles.

"¿Que el Barça ha ganado 0-8? Eso no me dice nada. Vamos a ver si los mete el lunes", dijo Cristiano Ronaldo, que en los micrófonos de La Sexta también aseguró que no le importa el trofeo al máximo goleador del campeonato: "Eso no me importa. Estoy luchando por ganar la Liga".

Asimismo, relató cómo Sergio Ramos le pidió permiso para tirar el penalti que fue el tercer gol del Real Madrid: "Sergio me ha dicho, ´déjame marcar, déjame marcar´ y es un gran amigo y necesita confianza", concluyó.

DOS PARTIDOS MENOS Messi calló. Ronaldo desafió. Tan cerca en sus números (13 goles el azulgrana, 15 lleva el madridista) y tan distintos. Son como la noche y el día. Leo ha jugado dos partidos menos en la Liga (se perdió los duelos ante Sporting y Athletic, ambos por la lesión que sufrió tras la entrada de Ujfalusi) y remata menos (49 disparos) que Cristiano (90 tiros). Y acierta más, teniendo además en cuenta que el azulgrana no ha disfrutado de la posibilidad de lanzar el penalti. El madridista, en cambio, sí que ha anotado cuatro de los cinco penaltis que le han concedido al equipo de Jose Mourinho.

Tan cerca y tan distintos. Messi necesita que el balón esté en movimiento (13 goles y ninguno a balón parado), mientras el peligro de Ronaldo se multiplica cuando la pelota se detiene. Un serio mensaje, por tanto, para el Barça de Guardiola de cara al clásico del lunes. Toca evitar para los azulgranas las faltas al borde del área, el territorio donde mejor se maneja el luso. Siete de sus 15 goles en la Liga han llegado en ese instante en que el partido se detiene por cualquier motivo: tres fueron de falta directa y los cuatro ya citados de penalti.

GOLES DE TODO TIPO A Messi, que apenas habla fuera del campo, le encanta moverse por el césped disfrutando de la libertad que le otorgó Guardiola desde hace nueve meses. Se intuye donde está el argentino, pero nunca se sabe dónde juega realmente. ¿Delantero centro? Sí, pero no. ¿Extremo? A veces se va a la banda, diríase que para descansar un poco. ¿Interior? En muchas ocasiones baja al centro del campo para iniciar las jugadas de ataque. En todos los sitios y en ninguno.

El argentino ya suma 22 tantos en apenas tres meses de competicion amenazando con superar su estratosférica cifra de 47 de la pasada campaña. Sin embargo, nunca le ha marcado a un equipo entrenado por Jose Mourinho.

En Almería firmó su séptimo triplete, el octavo contando el póquer de tantos que consiguió el año pasado en la Liga de Campeones en el partido de vuelta de la eliminatoria ante el Arsenal.

El argentino está dispuesto a batir todos los récords, tiene un nuevo reto entre ceja y ceja que puede superar el próximo lunes, si es capaz de continuar con su racha y conseguir un tanto frente al Real Madrid. Sería la primera vez que consigue marcar a un equipo entrenado por Jose Mourinho, algo que no ha logrado ni cuando el portugués entrenaba al Chelsea (cuatro partidos) ni cuando el luso dirigía al Inter de Milan (tres). Un dato inquietante para quien se ha convertido en los últimos años en la gran bandera del barcelonismo.