Leo Messi ha tomado la decisión. Se quiere ir, pero no puede. Se queda. En contra de su voluntad, y al no tener salida para abandonar el club donde lleva 20 años de su carrera, se queda. No quería ir tampoco a la vía judicial para abandonar el Barça para no entrar en más conflictos, aunque sostiene que le asistía la razón legal.

Así se lo ha comunicado a la Liga de Fútbol Profesional (LFP), seguro de que esa cláusula de salida de 700 millones de euros para acogerse a la cláusula de salida. Pero no quería enfrentarse al Barça en los tribunales. Y, al final, continuará en el Camp Nou, poniéndose a las órdenes de Ronald Koeman la próxima semana.

Atrapado como estaba, tras un desconcertante y erróneo plan, Messi ha escogido la vía de la continuidad, aunque ha querido criticar, en un comunicado emitido por Goal. "Jamás iría a juicio contra el club de mi vida, por eso me voy a quedar en el Barcelona", ha argumentado

Diez días después de enviar un burofax a las oficinas del Barça alegando que rescindía, y de manera unilateral, su contrato, y cuatro horas después de replicar a LaLiga, Messi ha decidido agotar el año de contrato que le resta, consciente de las dificultades jurídicas que suponía su marcha.

El City lo esperaba libre. Pero no quería entrar en una batalla legal con el Barcelona, que podría incluso demorarse varios años. Ante este enrevesado panorama, Messi no se va del Barça, aunque antes quiso decir que se podía ir libre.

Se lo ha pensado mejor y no se va, como era su intención inicial. Se queda, pero no renueva como pretendía el presidente Josep Maria Bartomeu porque desea ser dueño de su destino a partir del próximo 1 de enero. Ha vuelto al Barça, ya se había ido desde hacia casi dos semanas sin acudir a los entrenamientos con Koeman, en contra de su voluntad.

Ha repetido el capitán lo que ya hizo en su día con la selección argentina. Abandonó en dos ocasiones (2016 y 2018) la zamarra albicelete y, al final, siempre volvió.

Se fue del Barça durante casi 15 días, marcados por la tensión y los desencuentros. Pero en el último instante, retorna para ponerse a las órdenes de Ronald Koeman, quien lo espera con los brazos abiertos en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí.

Ante la enorme complejidad de salir gratis como él entendía que se contemplaba en su relación contractual con el club azulgrana y al comprobar que ningún club (el City de Guardiola era el mejor colocado) quería exponerse a un litigio judicial, Messi ha decidido seguir en el Barça.

Lo hace, no obstante, después de emitir un primer comunicado de protesta a Javier Tebas, firmado por su padre y representante, Jorge Messi, en el que se alegaba que es libre de decidir su futuro y que no hay cláusula de 700 millones que valga.

Nuevo escenario en marzo

Sigue un año como le exige su contrato más para a partir del mes de enero ser dueño absoluto de su futuro. Dentro de cuatro meses, el capitán azulgrana podrá negociar con quien quiera y como quiera. Y en marzo sabrá, además, quien será el nuevo presidente del Barça porque están convocadas las elecciones.

El panorama resultará mucho más clarificador para Messi que el actual, a pesar de que había insistido en irse este mismo verano, cansado de sus largos desencuentros con Josep Maria Bartomeu, cuyo mandato expira a final de esta temporada.

El presidente ha logrado retener al astro argentino, aprovechando la errática hoja de ruta que ha diseñado este. Quiso irse Messi sin tenerlo todo controlado para conseguir su marcha. Por eso, se queda.

Esa tarea le corresponderá, o no, al próximo dirigente que se siente en el palco del Camp Nou. De esta manera, Bartomeu le ofrece a Koeman el líder que necesitaba para iniciar la reconstrucción deportiva (sumó 25 goles y 21 asistencias en la Liga), desprovisto, eso sí, de Luis Suárez, por quien se ha interesado la Juventus, entre otros equipos, y Arturo Vidal, a punto de cerrar su marcha al Inter.

Koeman debe seducir a Leo

El técnico tiene al jugador "que te gana partidos", como él mismo dijo, pero el equipo deberá jugar de forma distinta. A Koeman le toca seducirlo en el plano deportivo diseñando un nuevo plan táctico en el que puede incluir incluso a Coutinho, recién aterrizado en la ciudad deportiva. Tenía que estar el 8 de septiembre y ha llegado cuatro días para seducir él a Koeman.

Un plan con Messi como punto y final de un fútbol mucho más colectivo y no entregado a Messi como había ocurrido en los tres últimos años, donde a cada temporada que pasaba iba perdiendo continuidad, sobre todo en Europa.

El 2-8 no será su último partido

Se pasó del 3-0 de la Roma al 4-0 del Liverpool hasta concluir en el 2-8 del Bayern que fue un escarnio para jugadores, técnicos y directiva. El final de todo ocurrió en Lisboa. Hasta el propio Leo consideraba que era su final. Quería irse. Pero necesitaba irse bien del Camp Nou, que ha sido su casa en los tres últimos lustros.

Al no conseguirlo, el capitán agota su año de contrato. Su continuidad supone un colchón a nivel comercial para el Barça, que le permite resistir en los tiempos de pandemia. Aunque, al mismo tiempo, su elevada ficha (110 millones de euros brutos) supone un problema porque el presupuesto del club para la próxima temporada descenderá hasta los 800 millones, según las primeras estimaciones de la directiva.

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Por el coronavirus, el Barça dejará de ingresar 500 millones de euros en año y medio. Pero Bartomeu, un presidente que vive en medio de una profunda crisis sus meses finales de mandato, no verá irse a Messi.

Quien se queda en el Camp Nou para irse cómo quiera. Y si puede salir bien del Camp Nou, algo que no era la opción de este verano, mucho mejor. La fuerza de su familia, completamente arraigada en Barcelona, también ha ejercido un factor fundamental en este giro de la decisión de Messi.

Antonella, su esposa, junto a Thiago, Mateo y Ciro, sus tres hijos, están completamente integrados en su vida de Casteldefels. Y a sus 33 años, aunque sea en contra de su voluntad, Leo ha decidido volver al Barça. Vuelve porque él ya se había ido.