En medio de la celebración, con el Camp Nou enloquecido, en esa fiesta interminable que viven los culés, tomó la palabra y, después de los agradecimientos, cedió el centro del escenario a Leo Messi. "El otro día hablaron todos menos uno...", y dejó la frase colgando. El estadio entero se puso a corear su nombre, y ahí estaba él, el tipo al que el equipo le hizo una reverencia, con esa sonrisa infantil que le acompañó desde Wembley, y esa cara de quien se siente mucho más feliz por dentro que por fuera.

Y, entonces, con el micrófono en la mano, Leo Messi, el mismo tipo que corrió como un loco, gritando, gritando, gritando, y pateando el micrófono con una rabia nunca vista, agarrándose el escudo, gritando, gritando, cogió el micrófono, y a media voz dijo apenas cuatro palabras: "Dije que hoy hablaría, pero en realidad no tengo nada que decir".

Y ahí acabó. ¿Y qué?, se preguntarían los barcelonistas. Todo lo que tenía que decir ya lo dijo en el campo. Como siempre, como acostumbra. Y ahí es donde seguirá hablando, como lo hizo en Wembley, en el Santiago Bernabéu, en Roma, en Abu Dhabi, en todos los escenarios que han ido coronando a un Barça admirable, un Barça de leyenda, que hoy es más eterno de lo que ya era y que recibió ayer el reconocimiento mundial.

PIQUE, HIRIENTE Pero en medio de esa fiesta, en medio de una rúa llena de color, de un paseo victorioso por las calles de Barcelona, otro más, y van unos cuantos, en medio de un día de sonrisas, hubo un hueco para que el equipo lanzara un grito de guerra. Lo hizo Piqué, pero esas palabras tenían la bendición de todo el vestuario. Del primero al último. "Un amigo mío me dijo que dijera una frase y la voy a decir. Ni nos drogamos, ni nos tiramos, ni compramos a los árbitros, solo jugamos a fútbol", proclamó desde el centro del Camp Nou, en un contundente mensaje que no necesita más señas para saber a quienes va dirigido.

La Copa del Rey conquistada por el Real Madrid esta campaña provocará abrir la temporada con otro par de clásicos, en la Supercopa de España. Para el Barça será un aperitivo, el primero reto de una serie que puede llevarle a las cinco copas, con la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubs en diciembre. Otra vez, se pone en marcha una rueda espectacular.

Una rueda que seguirá dirigiendo Pep Guardiola, el gurú de un equipo que ha vuelto a merecer la admiración del mundo. Ayer, en todos los rincones, en todos los idiomas, el Barça era objeto de los elogios más exquisitos, más originales, más sinceros, aunque cada día resulta más difícil encontrar palabras para definir algo tan excepcional. Aquí y en todas partes.

ANTE 100.000 Más que si fuera un clásico, más de cien mil espectadores abarrotaron las gradas del estadio Camp Nou en la multitudinaria celebración.

Ya fuera por las prisas por acudir al concierto de Shakira, la pareja sentimental de Gerard Piqué, que actuó después a continuación en el Estadio Olímpico de Montjuic o porque el cansancio de los festejos hizo al final mella, los futbolistas no estuvieron tan elocuentes como en la celebración por la conquista de la Liga de hace unos días.

Víctor Valdés reivindicó la catalanidad del Barcelona al atar una bufanda con la´senyera´ en la copa de la Liga. "Falta un pequeño detalle para completar esta fiesta, que se enteren. Os debíamos una (Champions) desde el año pasado y aquí la tenéis, desde Wembley para todos vosotros", dijo.

Carles Puyol pidió a los aficionados que lo celebren porque "cuesta mucho" ganar estos títulos y Xavi Hernández, uno de los más destacados en la final del sábado, recordó que este equipo "es cojonudo".

ORGULLO "Siempre me he sentido orgulloso de ser culé y de ser catalán, ahora más que nunca", dijo Xavi. Eric Abidal agradeció el detalle de Carles Puyol, quien le cedió su brazalete de capitán y le permitió levantar la Copa de Europa en el palco de Wembley, por lo cual el día de ayer fue "el mejor" de su carrera futbolística.

Andrés Iniesta también agradeció el apoyo incondicional a los aficionados. "Sin vosotros esas copas son imposibles. Mi corazón me dice que lo más grande es ser culés. Estoy muy orgulloso de ello", dijo en medio de una tremenda euforia entre los barcelonistas, que disfrutaron siempre de lo lindo.