El Mideba Extremadura arrasó ayer a sus dos primeros rivales de la fase previa de la Euroliga 2 de baloncesto en silla de ruedas. Los pacenses se estrenaron en Italia superando 87-34 al SC Devedo de los Países Bajos y cerraron la primera jornada con otro abultado resultado contra el Izmir Buyuksehir turco, al que superaron 39-83. Hoy se enfrentarán al Treviso italiano (11.15 horas) y al Toulouse francés (15.45).

Partía como favorito el Mideba en el primer partido y no defraudó. Salió algo indeciso en los minutos iniciales, tras los cuales impuso su ritmo, con cambios en los cinco en pista dando minutos a jugadores menos habituales, sin duda pensando en el partido de la tarde frente al potente Izmir turco. El equipo holandés, con la juventud de sus jugadores, ponía esmero en la pista, contrarrestada por el Mideba que no quería sorpresas. Al final, victoria cómoda para iniciar con ánimos la aventura europea.

La victoria que debía trasladar optimismo y confianza de cara al segundo encuentro de la jornada, ante Izmir BSB, calificado como el rival más complicado del grupo. Los turcos, que al igual que los extremeños lograban una victoria en su primer encuentro, cuentan con una plantilla amplia y resolutiva, que marcha en segunda posición de su liga. Si es cierto que el Mideba llegaba a la competición haciendo el juego que les ha permitido durante el transcurso de la liga correspondiente ser líderes. Uno de los factores que preocupaba al técnico del equipo pacense era la contundencia que el Izmir hace gala, la cual podía ser decisiva en el resultado final. El Mideba salió enchufado, arrollando en esos instantes al Izmir, que a pesar de que lo intentaba le resultaba muy complicaba terminar una jugada anotando. Los pases salían y las canastas sumaban para ampliar la renta a favor del cuadro extremeño, que cada vez parecía jugar mejor. Al llegar al descanso la renta se aproximaba a los 30 puntos a favor del equipo pacense.

No hubo mucho más en el partido, un Mideba rápido, seguro y eficaz, no dio pie a la sorpresa, ante un Izmir que no sabía cómo parar el vendaval del conjunto pacense.