Todo empezó con Ducati, aunque hay quien recuerda que hace algunas décadas ya hubo motos con pequeños alerones. Cuando las vieron instaladas en la sofisticada Desmosedici, muchos se lo tomaron a broma, hasta lo consideraron una excentricidad de los ingenieros de Audi, dueña de la firma de Borgo Panigale. Todos, menos Marc Márquez, que le dijo a Shuhei Nakamoto, jefazo de Honda en el Mundial, que lo mirase «porque yo también las quiero». Luego, quien primero las copio fue Yamaha, que las hizo exageradas. Más tarde Honda e, inmediatamente,Aprilia y Suzuki. Y ahora ya todos vuelan. Dicen que dan estabilidad en curva cuando abren gas en mitad del giro, que evitan vibraciones e impiden que la moto levante su rueda delantera a la salida de la curva.

Todos los oficiales las llevan y todos aseguran, más los mecánicos que los ingenieros (los pilotos no saben explicar qué utilidad tienen o lo explican muy mal), que no sirven para mucho. La verdad es que cuando en las reuniones de seguridad de los viernes de gran premio, a las que asisten los magníficos y más pilotos, empezó a hablarse de la peligrosidad de las alas de Ducati (especialmente en el sentido de que provocaban turbulencias detrás suyo), Carmelo Ezpeleta, jefe del Mundial, dijo que lo investigarían «si pasaba de una moda sin más a una carrera tecnológica».

EN BUSCA DE CONSENSO

Pues bien, esa carrera ya está en marcha y ahora temen por la integridad de los pilotos. Andrea Iannone (Ducati) golpeó con una de sus aletas a Márquez en la primera curva del GP de Argentina y, en la última vuelta, tiró a su compañero Andrea Dovizioso y, en la caída, en el arrastre de las dos motos por el asfalto y la tierra, por poco le corta una mano con una de sus aletas. Fue entonces cuando el británico Cal Crutchlow dijo: «Dicen que estarán prohibidas el año que viene pero ¿qué pasa si antes de ese le cortan la pierna a alguien?» Sobre la prohibición se han producido ya muchos debates e, incluso, Vito Ippolito, presidente de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM), reconoció, el pasado sábado en Jerez a EL PERIÓDICO que han solicitado informes a los fabricantes sobre cómo están hechas y de qué material son las aletas. La sensación, cuentan, es que Dorna, organizadora del campeonato, y la FIM buscan ya un consenso entre todas las marcas para prohibirlas.

«Dijimos», explica uno de los miembros de la Grand Prix Commission que prefiere mantenerse en el anonimato, «que cuando se convirtiese en una carrera tecnológica, de I+D y supusiese un gasto desproporocionado y añadido, que, encima, pudiese abrir aún más distancias con aquellos equipos, marcas y pilotos que no pueden permitirse ese lujo, cortaríamos en seco. Y en ello estamos, pues Honda tiene tres túneles de viento y Audi (Ducati) ha de tener otros tantos y, por tanto, no queremos que este se convierte en la parrilla de la F-1». Honda no las quiere, pero ya se las ha puesto a sus motos oficiales. Valentino Rossi se reía de Jorge Lorenzo porque llevaba las más grandes de todas y el Doctor se las puso el domingo en Jerez y arrolló. Bueno, no arrolló solo por eso, claro, pero ya ha pasado de decir que no les ve la utilidad a montarlas, aunque sigue siendo partidario de suprimirlas.

El excampeón Loris Capirossi, que ayuda a Dorna en temas de seguridad, fue a visitar el box de Ducati tras el incidente en Argentina entre los dos Andrea y llegó a la conclusión de que «las aletas son peligrosas, sí; las toqué, las golpeé y son casi imposible de romper, lo que significa que, en una colisión, pueden hacer daño».