No ha ganado peso y quiere armarla en la montaña». Así habla una de las personas que mejor conoce a Mikel Landa. El ciclista vasco del Movistar (29 años) tiene ascensos de sobras, agrupados principalmente en la tercera semana de un Giro que comienza hoy en Bolonia. Parte con el dorsal número uno, el que la organización tenía reservado para Alejandro Valverde quien renunció la semana pasada a la prueba. Es la opción española; al menos para destacar y animar una ronda italiana que afronta antes de un Tour que también lo aguarda con los brazos abiertos. Landa y Tom Dumoulin, otro de los favoritos, han sido los ciclistas que estos últimos años han demostrado un mejor poder de recuperación en Francia tras la aventura italiana.

La verdad es que Landa, tal como dijo esta semana a Efe, lleva meses de infortunio, «Acabé el 2018 en el suelo y empecé el 2019 también en el suelo». Los accidentes le marcaron la temporada pasada y también empezó la actual con mal fario. Tras el Tour disputó la Clásica de San Sebastián. Allí volvió a caerse después de afrontar una ronda francesa marcada por el tremendo golpe que sufrió en la etapa de los adoquines de Roubaix. La prueba donostiarra marcó el adiós a la temporada. No se pudo recuperar de cara a la Vuelta y tampoco se vio con fuerzas para acudir al Mundial y ayudar a su compañero Valverde en su gesta arcoíris.

Y lo que son las cosas, el día en el que se disponía a iniciar la temporada 2019 con optimismo, en Mallorca, en lo que simplemente era una jornada de entrenamiento, se rompió la clavícula. En marzo, mientras se corría la Volta, ganó la principal etapa de la Semana Internacional Coppi y Bartali, en Italia, y el 28 de abril, en Bélgica, se mantuvo en el grupo de las estrellas de la Lieja-Bastoña-Lieja. De ahí que Landa haya viajado al Giro cargado de moral y optimismo.

«Estoy levantando la cabeza y por ello me encuentro muy motivado». A diferencia de otros años no ha ganado peso en primavera, lo que es muy importante y, sin duda, la prueba transalpina ha sido siempre la que mejor le ha ido, hasta el punto de que en el caso de Landa se ha demostrado que llega mejor de forma al Tour si antes ha pedaleado por Italia. «El Giro supuso mi explosión como corredor y me convirtió en el ciclista que soy ahora». En el 2015 llegó a Milán en tercera posición y con la sensación de que el conjunto del Astana, en el que militaba por aquel entonces, erró tácticamente en la penúltima etapa, donde se frenó a Landa en favor de Fabio Aru, lo que favoreció a un Alberto Contador, ganador final, que había entrado en crisis en el suspiro final entre montañas.

LAS CLAVES DEL RECORRIDO / Ahora le aguarda una contrarreloj inicial con subida final al santuario de Nuestra Señora de San Luca, en Bolonia, una semana inicial pensada más para los velocistasy que termina con una contrarreloj en San Marino que, con cuesta, no le debe angustiar demasiado, un acceso paulatino hacia la montaña, en la semana intermedia, y todo el poderío de las cumbres, con la etapa reina (la 16ª, con los temibles Gavia y Mortirolo), en los decisivos días de montaña antes de la contrarreloj final en Verona, el domingo, 2 de junio.