Lo que se está viviendo ahora en Badajoz, con la lenta agonía de la sociedad anónima deportiva, ya se ha sufrido, desgraciadamente, en otras partes de la comunidad. Ahí están los casos del Mérida y el Cáceres. La historia, en fin, pinta mal, aunque en la capital pacense sigue habiendo gente luchadora que está haciendo lo imposible para que la nave no naufrague definitivamente. Es lo de siempre: hay un momento en el que se vive por encima de las posibilidades y, al final, todo termina dependiendo de la ayuda de un político (en el caso pacense, el alcalde) y de una empresa o empresas salvadoras. En Cáceres y en Mérida, el cántaro fue tanto a la fuente que se rompió. Y el empeño de unos pocos aficionados no sirve. Lo de las sociedades anónimas es puro idealismo en deporte.

*Periodista.