El Cáceres --el del principio de temporada e incluso el actual-- posee muchos más nombres con experiencia en la ACB que el Plasencia, que miró hacia una categoría que le era muy familiar, la LEB-2, para formar el equipo. Al final está resultado que esa apuesta --evidentemente, mucho más barata-- está ofreciendo mejores réditos, con un vestuario con una evidente hambre de triunfo que no se ha conformado con los sucesivos éxitos que iba sumando, incluyendo el subcampeonato de la Copa Príncipe de Asturias. Dani García, preparador placentino, ha sabido transmitir esa exigencia y no permitir la más mínima relajación. Por su parte, Ñete Bohigas, que curiosamente pasó del banquillo de un equipo al del otro, bastante ha tenido con frenar las sucesivas rebeliones de los jugadores por los problemas económicos e intentar regenerar el entusiasmo. Incluso consiguió varias victorias con una plantilla auténticamente en cuadro que ahora son fundamentales para certificar la permanencia. Son pocos los que se atreven a pedirle más.