Dinamarca y Suecia, quizá sin quererlo, alimentaron el morbo en el estadio Bessa XXI de Oporto, donde empataron a dos, el resultado temido por los italianos, a los que el tanto a última hora de Antonio Cassano ante Bulgaria no les sirvió para nada.

La imagen de Cassano arrodillado sobre el césped del Afonso Henriques de Guimaraes después de marcar, ha dado la vuelta al mundo. Cassano sabía que su tanto era inútil y su rostro de desesperación e incredulidad lo decía todo. Durante tres días, los que antecedieron al encuentro, los italianos no cesaron de reclamar el fair play a las dos selecciones nórdicas, mientras que los técnicos de éstas huyeron siempre de la posibilidad de un acuerdo y se mostraron muy molestos cuando se les interrogó sobre la cuestión.

No es fácil llegar a un arreglo para que un partido de fútbol concluya con empate a dos tantos. Distinto es si éste es para concluir con 0-0, pero hacerlo para marcar cuatro goles sin provocar sospechas es realmente complicado.

SENSACION Es probable que daneses y suecos no hubiesen fijado nada de antemano. Desde luego, la sensación que ambos transmitieron bajo la fina lluvia del estadio de Oporto así lo corrobora.

Más al contrario, los dos equipos protagonizaron un partido de alta calidad, vibrante y emocionante.