Es, con casi toda seguridad, el mejor futbolista nacido en Extremadura de siempre, aunque hay quien discute su condición de extremeño porque creció en Sonseca (Toledo) y sus apariciones públicas en la comunidad han sido muy escasas. Estos días, Fernando Morientes apura una de las últimas decisiones de su laureadísima carrera profesional: medita si aceptar una de las ofertas que tiene sobre la mesa, que no parece que sean muchas: la del Apollon Limassol de Chipre.

La isla mediterránea podría ser el último destino de un camino que incluyó numerosos títulos con el Real Madrid y en el que también tuvo brillo en Albacete, Zaragoza, Mónaco y Valencia. La última campaña engordó su palmarés en el Olympique de Marsella, ganando liga y copa francesas, pero su participación fue testimonial (12 partidos y un gol en la competición doméstica).

A los 34 años, el Moro , el mejor amigo de Raúl González, aún cree tener fútbol en las botas y sobre todo ese olfato que le permitió, por ejemplo, meterle cinco goles a Las Palmas en el 2002 o alcanzar la cifra de 27 en sus 47 internacionalidades (dos Mundiales y una Eurocopa).

Posible ayuda

El Apollon es un clásico del modesto fútbol chipriota. En su plantilla figuran otros dos españoles que a buen seguro que le ayudarían en su adaptación: los centrocampistas Ion Erice y Antonio Núñez, con el que coincidió brevemente en el Real Madrid (2002-03).

En Extremadura muchos le siguen apreciando, sobre todo en las dos localidades cacereñas donde pasó los primeros años de su vida: Acehúche (donde da nombre al pabellón municipal) y Cilleros. Algún verano se ha dejado ver por allí, en alguna de las viviendas que conserva su familia.

Si finalmente no fructifica la opción chipriota ni ninguna otra y elige la retirada, Morientes ya ha dicho que seguirá vinculado al fútbol, aunque no sabe exactamente de qué manera. Sí tiene previsto obtener el título de entrenador.