Cuando recibes la acreditación para acudir a cada GP del Mundial, si le das la vuelta, encima de tu nombre, medio y foto, aparece la siguiente inscripción, leyenda: MotoGP es un deporte peligroso. Estás avisado. No solo tú, los 2.500 habitantes del paddock. Lo saben todos.

Austria, su precioso Red Bull Ring, el verde Spielberg, pudo convertirse ayer, lo reconocieron todos los protagonistas, en el escenario más trágico de la historia del motociclismo. Alguien quiso recompensar a la organización, a los promotores, a los equipos, a las fábricas, a los pilotos, a los aficionados de tanto dolor y sacrificio que ha supuesto (que supone aún) la pandemia del coronavirus y, como regalo, les permitió celebrar un GP sin víctimas, sin muertos, sin heridos de por vida, sin apenas lágrimas (como mucho las de tristeza, dolor, desesperación también, alegría por los triunfos), pero con la satisfacción de haber visitado, no una, sino dos veces el infierno y regresar. Hasta hubo, por ejemplo, el malayo Hafizh Syarin y, sobre todo, Valentino Rossi y Maverick Viñales, que llamaron a las puertas del cielo, les abrió Dios (o alguien parecido) y les salvó la vida.

ESCALOFRÍOS EN MOTO2

Y eso que todo empezó con otra exhibición de señorío, poderío, manos y habilidad del gran Albert Arenas (KTM), que ganó su tercer gran premio en cinco carreras y, por tanto, empieza a escaparse en el Mundial de Moto3 aunque aquí, en esta categoría, cuando te despistas, te pasan diez y dejas de soñar con la misma rapidez que te ilusionas tras bajar del podio.

Tras le enormidad, fiesta y sonrisas de Arenas, que se vistió de Superman (capa incluida regalada por su amigo del alma, Àlex Rins), vino el primer escalofrío. Enea Bastianini, líder (hasta entonces de Moto2), no pudo dominar su Kalex, se cayó, su moto quedó en medio de la pista y el malayo Syahrin no pudo driblarla y salió por los aires. Luego, también volaron Edgar Pons, hijo del bicampeón de 250cc, y Andi Farid Izdihar.

Por suerte todos más que vivos, más que salvados, enteros. El escalofrió fue tal que había que hacer de tripas corazón, como contó el gran Jorge Martin (KTM) para salir, de nuevo, a pista y hacer el GP de su vida: es decir, ganar su primer GP de Moto2 para que los que no creen en mí (nadie sabe a quien se dirigía) se den cuenta quien soy.

Aún con el miedo en el cuerpo y con Syahrin siendo tratado en un hospital cercano a Spielberg, Johann Zarco frenó tarde, mal, precipitado, sin sentido (era la vuelta 8 de 25) y embistió a Franco Morbidelli. Los dos pilotos se fueron a la arena, pero las dos motos volaron, más la Ducati del francés, que cruzó la pista, a un metro del suelo, pesando 160 kilos y lanzada a más de 250 kms/h., y rozando la cabeza, el casco, de Valentino Rossi y también, también, el colin de la Yamaha de Maverick Viñales, que salvaron la vida de milagro.

LA ACUSACIÓN DE MORBIDELLI

Zarco es un medio asesino. Frenar de ese modo, a 300 kms/h., delante de un rival es tener muy poco amor por tus compañeros, criticó Morbidelli. Qué raro,vaya, hay peligro y vuelve a estar Zarco por medio!, recordó Aleix Espargaró, que tiene aún muy fresca la acción, del pasado domingo, cuando el francés tiró a su hermano Pol en Brno. Ha sido una frenada al límite, demasiado veloz, demasiado extrema, demasiado pronto. Hay que hacer algo pero ya! con Zarco porque ha perdido el respeto por todos nosotros.

Rossi (y Viñales, claro), pero más el Doctor, de 41 años, nueve títulos a sus espaldas, 115 victorias, en su temporada n 25 en el Mundial, llegó al boxe con las manos en la cabeza. Sí, sin duda, he vivido el momento de mayor riesgo de mi vida. Ha sido muy peligroso. No ha sido fácil coger la moto de nuevo. Estaba temblando. Aunque muchos lo piensen, no estamos locos, no, tampoco somos unos héroes, es nuestra profesión, nuestra vocación, nuestra ilusión y no tenemos elección. En efecto, el Doctor volvió a salir (como todos) y acabó siendo (de nuevo) la mejor Yamaha, al acabar quinto.

TODOS TEMBLANDO

Austria (primer capítulo, esta semana se corre, en el mismo trazado, el GP de Estiria) ha vuelto demostrar que el mayor peligro no es la velocidad sino que una moto y/o piloto se quede en medio de la pista o que salga volando, por inercia, sin control. La moto de Zarco, en efecto, pudo matar a Rossi o Viñales. O a los dos. Me dejó temblando, reconoció Vale. Mal resultado (10), pero hoy tenemos que estar muy contentos, mucho, confesó MVK tras saber, sí, que pudo perder la vida o retirarse para siempre de las motos.

Y, en efecto, después de ese tsunami de miedo, se corrió la carrera. Y estuvo a punto de ganarla Pol Espargaró, pero le tiró su compañero, en KTM, Miguel Oliveira. Y la pudo ganar Jack Miller (Ducati), pero su neumátio dijo basta al final. Y la pudo ganar Àlex Rins (Suzuki), pero se fue al suelo, medio segundo después de ponerse líder. Y casi la gana el mallorquín Joan Mir (Suzuki) que logró por fin! su primer podio en MotoGP.

Y, sí, acabó ganando el más pícaro y sabio, el italiano Andrea Dovizioso (Ducati), que hacía un año que ganaba y que, al día siguiente de despedirse de la fábrica italiana (podéis buscar piloto para el 2021), le regaló a lamarca de Borgo Panigale su victoria n 50 en MotoGP. Y Marc Márquez (Honda) lo vio todo, feliz, desde su casa de Cervera.