Lleva semanas repitiendo que el motor que mueve su bicicleta está en el interior de sus piernas y no escondido dentro del cuadro de su bicicleta. Fabian Cancellara, primer jersey amarillo del Tour 2010 y vencedor del prólogo cronometrado de Rotterdam, se irritó cuando un vídeo del Youtube le acusaba de utilizar un artilugio que lo ayudaba en el pedaleo. Ahora ya se lo toma a guasa. Por eso, ayer por la mañana le dijo a su compañero australiano del Saxo Bank, Stuart O´Grady, que ganaría la contrarreloj en apenas 10 minutos. "Ese es el tiempo que dura la batería de la bici".

Ha sido la última polémica de un ciclismo que siempre por una razón u otra recibe un puñetazo en la mejilla. Qué casualidad. Comienza el Tour y en Estados Unidos se publica una nueva entrevista de Floyd Landis acusando a Lance Armstrong de dopaje. Tiene suerte el tejano de que su compatriota sea persona poco creíble y el ciclista que ha protagonizado el mayor escándalo en la historia del Tour, el único que ha sido desposeído del jersey amarillo por haber dado positivo.

Tiene suerte también de que los tiempos hayan cambiado. La dirección del Tour elude estos temas. Que pasen desapercibidos, que ya cansan, que no salpique una prueba que desde ayer navega en dirección a París acompañada del clamor popular. Qué barbaridad. Qué montón de gente apostada en las calles de Rotterdam, desafiando a la lluvia, desde seis horas antes de que comenzase el prólogo de la grande boucle.

EL ESPECTACULO Y todo para presenciar el estreno del mayor espectáculo a lomos de una bici. Una inauguración que no defraudó en nada, sobre todo por el extraordinario papel precisamente de Armstrong. Desde que regresó a la competición no conseguía terminar una contrarreloj en tiempos parecidos a los que marcó cuando dominaba el imperio del Tour. Se le escapó, la victoria en la Vuelta a Suiza, una circunstancia que no se habría producido en tiempos de sus siete Tours victoriosos.

Ayer fue cuarto y el mejor favorito. "Si me dicen por la mañana que hago este tiempo lo firmo con las dos manos", reconoció. Mucho mejor incluso que Alberto Contador, el principal candidato a la victoria y que ni mucho menos defraudó a pesar de ceder cinco segundos con el tejano, algo que, sin duda, disgustó al corredor madrileño.

Contador fue el último en partir. Por detrás de Cancellara y dos minutos después de haberlo hecho Armstrong. Sabía que tenía que volar en las rectas de Rotterdam, a más de 60 kilómetros por hora, porque luego, con el suelo mojado se tenía que frenar mucho más de la cuenta en las curvas. No era plan de irse al suelo a las primeras de cambio.

El prólogo solo era territorio para desencadenar una batalla psicológica con la recompensa de unos pocos segundos. Y Contador obtuvo un premio mejor del que seguramente esperaba con quien está llamado a ser su principal contrincante en la alta montaña. Andy Schleck, muy mal, en una horrorosa 122 posición, le regaló 44 segundos. Demasiada renta, a más de un minuto de un Cancellara reivindicativo: "El motor soy yo".