José Mourinho no se dirige al mundo, te habla a ti. “Espero que disfrutes del partido”, tutea al aficionado en la última línea de sus notas. Después traza su firma, dónde las iniciales sobresalen y el resto de letras apenas se distinguen. Viste la ropa deportiva del entrenamiento en una fotografía donde mira al frente, con media mueca y actitud desafiante. Mou está en el Manchester United por ambición personal y el gran empeño que puso en sentarse en el trono de Old Trafford.

Cada día que pasa parece más diablo, menos extraño. No representa los valores de estabilidad y respeto que se asociaban al club en la época de Sir Alex Ferguson o en la figura de Sir Bobby Charlton, que no se pierde un encuentro. Aunque esa asociación a veces no sea real. Ferguson también era feroz, polémico, se pegaba a las orejas del cuarto árbitro, jugaba con Rooney de lateral en el Camp Nou y ladraba en las ruedas de prensa. Al escocés no le aguantaron por noble, sino por ganador. El club llegó a ser casi suyo. Él decidió su adiós. Mourinho, que no ha conseguido ese estatus en ningún sitio, aspira al mismo destino.

Sobre su mayor rival, Mourinho pasa palabra. Esconde la bala. “¿Es un problema? No necesitáis mi respuesta”, contestó sobre su relación con Guardiola. “No me preocupa nadie. Solo mis jugadores. Ellos [el City] siempre ha tenido buenos entrenadores. Ahora tienen un buen entrenador. Muy buenos jugadores. Son lo que son desde que volví a Inglaterra en 2013. Candidatos al título”. El portugués pospone la guerra, pero deja algunas minas para más adelante, como cuando explicó que la ausencia del Kun Agüero les hacía más difícil el partido porque la alineación del City era más difícil de adivinar.

El equipo de trabajo de Mou no se entendería sin Rui Faria, cuya imagen no se puede disociar de su jefe. Es el más leal a la orden del manager y la prensa inglesa se refiere a él como ‘el teniente’. Le ha seguido desde que fuera preparador físico en el Uniao de Leiria. El clan lo completan Silvino Louro, Ricardo Formosinho, Carlos Lalin, Emilio Álvarez y Giovanni Cerra.

El United es una religión histórica, de moral cambiante, ética cuestionable y recompensa asegurada. Al final, gana. Une a favor y en contra, pero el término medio rara vez se adopta. En Inglaterra no es el segundo equipo de nadie. Mourinhotampoco el segundo entrenador de ningún aficionado. “Seguir al United es demasiado fácil. Es un apoyo conveniente. Te hace la vida fácil. No tienen alma, el City sí”, escribió en 1998 el periodista musical Paul Morley.

EL 'FACTOR POGBA'

Los tiempos han cambiado, la diferencia no es tan abismal y durante los últimos tres años los aficionados red devils volvían a casa en el tranvía quejándose de sus defensas, de Fellaini y de la poca puntería de los delanteros. Cantaban canciones de leyendas para olvidar las penas. La más popular el curso pasado, una versión de “Spirit in the Sky”, del compositor norteamericano Norman Greenbaum, que dedicaban a George Best.

La recuperación de Paul Pogba por 120 millones de euros resume la situación actual del club, su cambio, desesperado por volver a la senda del éxito. El United se convirtió en burla nacional mientras el máximo ejecutivo Ed Woodward disparaba en cualquier dirección. Moyes,Van Gaal, Falcao, Di María. La solución de Mourinho, aunque entregando el club peligrosamente, ha centrado el proyecto en unas columnas sólidas.

Prefiere los especialistas a jugadores que pueden jugar en varias posiciones. Necesitó solo cuatro retoques, central, medio, extremo y delantero. Bailly, Pogba, Mkhitaryan y Zlatan, para cambiar la cara a un equipo que vuelve a ser temible, con Ibra por bandera. “No quiso el dinero chino ni los dólares norteamericanos. Quería el sitio más difícil para jugar y ganar títulos. Fue su decisión”, explicó Mou sobre el gigante sueco.

No necesita portavoz Zlatan. Sin embargo, las hostilidades no han comenzado. En una entrevista con la BBC, el exjugador azulgrana analizó a los dos personajes de esta segunda función. No resulta complicado adivinar sus preferencias: “Mou es un ganador. Como yo. No habla a tus espaldas. Va de cara. Es honesto. ¿Pep? Como trabaja ahora no lo sé. No me podría preocupar menos”.

Mourinho amenaza desde Carrington: “Nunca tengo problemas cuando dispongo de buenos jugadores. Ahora toda la plantilla está disponible”. El club le protegió en la previa del partido limitando la entrada de medios de comunicación. No solamente la prensa internacional, ya vetada en la época de Van Gaal y David Moyes en las previas de partidos, sino también de algunos ingleses. El United sabe que Mourinho puede dañar sin querer. A menos preguntas, menos posibilidades de respuestas incendiarias.

El United, que no se pregunta porqué, ha abrazado las críticas de los expertos en los días previos al derbi. Jugar el sistema de Pep es más difícil y requiere más tiempo que los elementales -pero efectivos- dispositivos de Mou. Con esa ligera ventaja y la condición de locales, saldrán los futbolistas al césped de Old Trafford con la música de los Stones Roses y su popular “This is the one”. The Special One.