Siempre hubo una consigna en el equipo. Daba igual cómo se llamase, primero Reynolds, luego Banesto y ahora Movistar. El mejor ciclista español debía correr con ellos. Primero fue Perico, luego Induráin y en los tiempos contemporáneos Valverde y Landa. Solo les falló Contador, a pesar de que en el verano del 2009 su contrato solo estuvo pendiente de la firma.

En febrero, durante la disputa de la Vuelta Colombia Oro y Paz, Eusebio Unzué, mánager del Movistar, cerró con Giovanni Lombardi, la contratación de Enric Mas, al aprovechar que el agente del ciclista mallorquín colaboraba con la organización de la prueba. Todo quedó apalabrado porque la UCI (Unión Ciclista Internacional) no permite realizar firma alguna hasta agosto, tal como se ha hecho esta semana.

MIRANDO HACIA LA PRÓXIMA DÉCADA

Mas estaba en el punto de mira de Unzué porque lo considera el ciclista de la próxima década, el que puede luchar por ganar carreras como el Tour y el que se tiene que echar a la espalda, en un futuro próximo, la mochila del equipo junto al catalán Marc Soler. Ellos dos son, en la previsión del técnico navarro, los abanderados del ciclismo español que llama a la puerta con criterio y fuerza.

Pero, antes, se debía realizar la operación salida. La apuesta por correr el Tour con tres líderes los dos últimos años (Landa, Quintana y Valverde) no había resultado fructífera y, además, por mucho que se intentase tapar o dar paredes afuera una convivencia maravillosa entre ellos, la realidad era bien distinta. Por si fuera poco, la relación entre Quintana y Valverde, con Landa lesionado, en la Vuelta 2018 empeoró todavía más la situación.

EL CASO APARTE DE VALVERDE

Quintana siguió en el Movistar 2019 porque le quedaba un año de contrato y Landa no recibió oferta alguna en los primeros meses del año por lo que comenzó conversaciones por su cuenta que terminaron con su fichaje por el Bahrein, donde por fin será el jefe único que nunca ha podido ser tras la marcha de Nibali al Trek.

Valverde era, es y será un caso aparte. Él goza, con 39 años, de la libertad que considere, aunque también se le piden sacrificios, como correr el Tour, que inicialmente no figuraba en su calendario y mucho menos en la mente del campeón del mundo. Valverde estará dos años más para jubilarse a finales del 2021, como ya anunció en marzo, precisamente en una entrevista con este diario. Y a su estela, con sus consejos, sus bromas por qué negarlo- y su experiencia deben crecer tanto Mas como Soler, quien ya tendrá autonomía en la Vuelta para quitarse de una vez el uniforme de gregario que tan bien ha sabido llevar en el Tour.

Soler tras las salidas de Landa y Quintana, y sin contar todavía con Mas, será el segundo ciclista mejor pagado del Movistar. A pesar del irregular inicio de temporada, nunca se ha perdido la confianza en el corredor catalán, afincado como Mas, como tantos otros (excepto Valverde) en Andorra.

CARAPAZ TAMBIÉN SE VA

Pero la llegada del ciclista mallorquín solo es el inicio de la transformación del Movistar en principio el patrocinador solo tiene compromiso hasta la retirada de Valverde- que, pensando en el futuro, como tantas otras escuadras, se globalizará buscando no solo estrellas españolas o latinoamericanas (no hay que olvidarse de Carapaz, ganador del Giro, que se va al todopoderoso Ineos) sino de lugares que hasta ahora nunca figuraron en los planes de un equipo que difícilmente buscaba estrellas en países como Holanda o Gran Bretaña. Aquí se enmarca la contratación de la promesa británica Gabriel Cullaigh o hasta que se esté muy pendiente de lo que pueda o vaya a hacer Mathieu van del Poel, nieto de Raymond Poulidor, y uno de las imágenes de Canyon, la marca de bicis del Movistar.

Sucede algo parecido con la estructura femenina, que ya se está internacionalizando de cara al 2020, con fichajes extranjeros, bajas locales, como la catalana Lorena Llamas, y con la siempre duda de si es lo mejor para el ciclismo femenino español, necesitado todavía de un empujón sobresaliente que solo puede dar un equipo como el Movistar.