Todos van sabiendo en el baloncesto de Cáceres que Gustavo Aranzana se rige en buena parte de su vida por ese tópico de "los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, nunca con champán". El entrenador, que en breve cumplirá un año en la ciudad, ha configurado una plantilla a su imagen y semejanza, sin arriesgar demasiado. Más bien, nada. Casi todo lo que ha fichado ha demostrado que puede jugar muy bien en LEB Oro. Sin periodos de adaptación, sin excusas. A ganar desde el primer día.

El caso más sintomático es el de Ryan Humphrey, uno de los grandes dominadores de la competición la pasada campaña con el León. O de José Angel Antelo, un nacional que se ha movido a este nivel como pez en el agua. Jeff Xavier se mostró en el Breogán como mejor cotonou de la liga junto con Michael Umeh y para él fue ese papel. Y Pablo Movilla, un cachorro del Unicaja con sangre pacense, ocupará el puesto de un Xavi Forcada al que no se le quiso conceder una astronómica renovación, según contó el club.

La apuesta se centró en asegurarse que siguiese Carlos Cherry, cuyo reserva será una de las pocas dudas que deja intuir el equipo: David Mediano, hasta ahora siempre en LEB Plata o más abajo. La preocupación en pretemporada la centró Jelani McCoy, que llegó con un gran historial aunque un estado físico muy mejorable. Sin embargo, en los últimos partidos se ha entonado.

La cuestión económica es la base para acudir el mercado con más o menos garantías. El Cáceres 2016 lo ha tenido: menos que los descendidos de ACB, Murcia y Obradoiro, pero a nivel similar de los equipos con los que quiere moverse: Burgos, Tenerife, Breogán, Melilla... En ese segmento de la tabla, del segundo al quinto, quiere estar Aranzana a final de la liga regular para afrontar los playoffs con mayores garantías que hace unos meses ante el propio Burgos.