Cuando Mamadou Sylla (Costa de Marfil) llegó a Cáceres apenas sabía un par de palabras en castellano. Lo mismo cuenta Raymond Boum, de Camerún. Ambos se desenvuelven ya sobradamente en español -además de en inglés y en francés- y pueden presumir de una plena integración. Dos han sido los pilares de su integración en el tiempo que llevan en la región, la oenegé Accem (que trabaja con inmigrantes y refugiados) y el fútbol. Sí, el fútbol, porque desde hace dos años juegan en un equipo promovido por la organización no gubernamental y que participa en el Trofeo Rector de la Universidad de Extremadura (UEx).

Ese equipo de fútbol es una auténtica Torre de Babel. «Hay días que nos juntamos hasta 20 personas de 20 países, aquello parece la ONU», bromea Mamadou. La comunicación, cuentan, es su gran handicap. «No todos hablan el mismo idioma y muchos ni tan siquiera saben aún español», explica Pedro Antúnez, colaborador de Accem. Mamadou y Raymond, que llevan en el equipo desde su nacimiento, son los que hacen de interlocutores.

La iniciativa surgió hace dos años y desde el principio contó con la complicidad de la UEx a través del Safyde (Servicio de Actividad Física y Deporte de la universidad). A pesar de que el Trofeo Rector es solo para universitarios, al equipo de refugiados de Accem se le admitió como invitado. El año pasado participaron en fútbol sala y este han añadido el fútbol 7. Los resultados, buenos, aunque eso pasa a segundo plano.

La asistencia es el otro handicap, porque del mismo modo que algunos días son 20, otros solo asisten seis. «Hay gente que está en Cáceres uno o dos meses, a veces otros no pueden por trabajo u otras cuestiones», dice Antúnez. «La gente viene y va, cada mes cambiamos de equipo, es muy complicado», añade Mamadou con una amplia sonrisa.

«Han tenido que abandonar sus países por causas que ninguno de ellos han generado», cuenta Antúnez sobre los miembros del equipo, «allí han dejado una buena parte de sus vidas, sus familias, sus amigos, algunos hasta su casa y su trabajo como consecuencia de una guerra. Han llegado hasta aquí buscando la paz y un futuro digno». El fútbol es una vía de escape y también una vía de integración.

Ayuda a conocer

Tanto Mamadou como Raymond están ya fuera de Accem. Los dos tienen trabajo en Cáceres y el primero además se ha matriculado en la universidad. «Para nosotros el fútbol ha sido muy importante», explica el camerunés Raymond, «nos da alegría, nos permite conocer gente, dejar atrás nuestros problemas y nos ayuda a conocernos, a los que estamos en el equipo y también a los del resto de equipos». Les ha permitido, en resumen, hacer contactos para intentar desarrollar su vida en la ciudad. «Solo necesitan una oportunidad y hay mucha gente en esta ciudad que se la puede dar», recuerda el colaborador de Accem. «Los refugiados no están lejos, están aquí y se les puede ayudar».

«El fútbol no tiene solo las cosas malas que a veces salen en los telediarios; a determinados niveles es capaz de actuar como terapia colectiva, permite entenderse por medio del lenguaje del deporte a personas de diferentes nacionalidades», cuenta Pedro Antúnez, que una y otra vez recuerda la «inestimable y desinteresada» labor de la universidad: «Nos han facilitado las equipaciones y los sábados, durante dos horas, nos permiten entrenar sin coste alguno en el pabellón V Centenario».

La temporada futbolística ya ha terminado para ellos y, como los profesionales, ya piensan en la siguiente. No es solo fútbol, es mucho más.