Land Rover ha querido celebrar los 20 años del lanzamiento del Discovery con un modelo que supera en mucho a las tres generaciones anteriores. Nació austero (vivimos su nacimiento cuando fue elegido para ser el protagonista de la aventura del Camel Trophy), pero la experiencia de la marca en el 4x4 ha hecho que ahora se acerque mucho más al exclusivo Range que al Defender.

El Discovery 4 es un Range en miniatura (bueno, no tanto, porque 4,8 metros de largo son muchos metros) y lo es absolutamente en todo. De ahí que tanto por motor (un 3.0 diésel de doble turbo en la unidad probada) como por prestaciones y equipamiento (el multimedios más avanzado del mercado) el nuevo Discovery represente un importante salto cualitativo, superando con mucho al anterior.

Lo primero que nos impresiona es su aspecto, mucho más similar al del Range, con un frontal en el que los grupos ópticos (bi-xenón) confirman la robustez del diseño. La parte trasera es muy cuadrada, con un estilo muy compacto, buscando la utilidad antes que la belleza visual. La opción del techo panorámico (la unidad probada lo llevaba) es ideal para conseguir más luz en el interior (aunque cueste 1.730 euros ponerlo).

AMPLIO Y COMODO Dispone de mucho espacio interior, con un buen puesto de conducción y facilidad de acceso a todas las plazas, incluso las de la tercera fila porque, efectivamente, estamos hablando de un modelo de siete plazas. En el maletero, que tiene 1.260 litros de capacidad en configuración de cinco ocupantes, se consigue una buena zona de carga (tal vez algo elevada en su acceso, aunque el portón dividido en dos partes lo hace muy práctico). La segunda fila de asientos es amplia, aunque el central es ligeramente más pequeño, lo que complica, por ejemplo, poner bien una silla infantil. La tercera fila de dos asientos queda perfectamente oculta bajo el piso del maletero sin que este pierda capacidad.

El equipamiento es de lo mejor del segmento. Dispone de controles de estabilidad, tracción, suspensión neumática independiente, control de descenso y de liberación de frenos en pendiente, sistema de reducción de balanceo, sistema de tracción Terrain Response, Bluetooth, pantalla táctil de cinco pulgadas en color, sistema de sonido Harman/Kardon de ocho altavoces, entrada USB y navegador con disco duro. Si a todo este elenco de excelencias tecnológicas añadimos los opcionales de la unidad probada como son el techo panorámico, cristales traseros oscurecidos, sistema de cámaras periféricas (muy útiles en zonas de 4x4 y para aparcar), luces de aproximación, además de la opción de siete plazas, es lógico pensar que de 62.000 pasemos a 69.260 euros.

La mecánica del Discovery4 merecería un libro entero. El funcionamiento dinámico es uno de los mejores del segmento. Se han reducido notablemente los balanceos de anteriores generaciones. El motor que monta es un 3.0 V6 de doble turbo de 245 CV, una evolución del 2.7 litros desarrollado conjuntamente con el grupo PSA. Conseguimos una aceleración de 0 a 100 km/h en menos de diez segundos, además de ofrecer unos consumos menores que en el 2.7 y una reducción de un 10% de las emisiones. El cambio automático secuencial de seis velocidades.

La dirección es mucho más precisa y la suspensión neumática obra auténticas maravillas, sobre todo si nos metemos en pistas bacheadas. Los frenos también son nuevos y más eficaces, con una gran suavidad en su manejo. En asfalto ha ganado en seguridad y maniobrabilidad, mientras que fuera pistas es un auténtico rey del control. Una inversión, grande, pero de gran rendimiento.