España: país de de aficiones y tradiciones. En zonas ruralizadas como Extremadura, aún más, si cabe. Celebraciones religiosas como la Semana Santa, populares como romerías y verbenas, y el peregrinar el domingo al estadio, bufanda, bocina y bocata en ristre, dibujan el mapa de mayoría de lugares.

Los jóvenes implicados en la salvaje muerte de la burra en la localidad de Torreorgaz, bajo la tradición de celebrar la incorporación de los mismos al obsoleto servicio militar obligatorio, y aquellos que estos días disputan el Mundial de Fútbol de selecciones sub-17 en Nigeria, tienen muy pocas cosas en común y muchas diferencias. Todos son quintos, pues nacieron la mayoría en el mismo año, aquel olímpico del 92.

Mientras los primeros son noticia por reventar una costumbre de patrimonio local, los segundos lo son por engrandecer la tradición futbolera, patrimonio nacional, contando hasta ahora sus partidos por victorias. Mientras los primeros presuntamente atentan contra un animal de propiedad privada, los jugadores de la selección sub-17 defienden el fútbol de todos con un sentido de la responsabilidad, del compromiso y del trabajo bien hecho, digno de una juventud cada vez mejor formada, más abierta, pero a mi entender, cada día más carente de valores. Para muestra, dos botones: jugar en Africa a 40 grados y llegar a tener un 75 por ciento de posesión, es el primero.

Ser copichichi de esta competición y jugar de suplente sin mal alzar la voz, en el caso del zurdo Carmona, de ascendencia extremeña y con todos los títulos españoles y europeos ya posibles a sus espaldas, es el segundo. Todo ello poniendo en riesgo su formación académica, pues todos se encuentran en pleno curso.

Mientras es muy posible que los primeros aquella noche contasen sus logros en forma del mayor o menor número de copas tomadas, en el caso de los segundos se refieren al número de participaciones con el combinado nacional a sus cortas edades, y al número de las ´otras copas´ ya levantadas.

Declaraba recientemente el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, que a los deportistas de élite hay que ayudarles en su nueva vida tras su retirada de la actividad deportiva, en agradecimiento por los valores que estos han aportado a la sociedad.

Coincido plenamente, y añado además que se hace necesario extender esta ayuda a todos los jóvenes y su acercamiento al deporte para que les lleguen estos mismos valores, aún dándose ya esta circunstancia hoy en muchos sitios, como es el caso de Torreorgaz, extremo que quien esto escribe conoce personalmente.

Para que esto siga siendo posible, se antoja necesario seguir por televisión el Campeonato Mundial Sub-17, cuyos partidos se disputan a la hora de la siesta, costumbre patrimonio nacional, y horario que actualmente se debate para la Liga en Primera División.

En el campeonato, los chicos de la ´Rojita´, tienen grandes posibilidades de hacer algo importante. Pasen, se sienten y vean, pues es muy posible, que a todos, Barcelona y Selección Absoluta incluido, estos jóvenes tengan mucho que enseñarnos a nosotros.