Rafael Nadal se revolcó por segundo año consecutivo sobre la arena de París, signo inequívoco de victoria en Roland Garros, al batir en la final al suizo Roger Federer e impedir que el número uno del mundo se hiciera un hueco en la historia de este deporte.

En tres horas y dos minutos Nadal completó su demolición sobre Federer por 1-6, 6-1, 6-4 y 7-6 (4), para sumar la sexta victoria en siete enfrentamientos, la quinta consecutiva sobre el suizo, a quien ha condenado a buscar consuelo en Wimbledon, dentro de 15 días.

Era una final histórica, la primera desde 1984 en la que se enfrentaban los números uno y dos del mundo, y resultó de cine para Nadal, con presencia en las gradas de los Duques de Lugo, que fueron los primeros en felicitarle, conjuntamente con el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, y personajes de la celuloide, como el director español Pedro Almodovar y la actriz estadounidense Jennifer Aniston.

Federer no sabe como ganar a Nadal. Esa es una de las conclusiones del partido, o Nadal es irreductible ante la magia del suizo que ha visto como su gran sueño de lograr lo que iba a llamarse Federer Slam ha quedado reducido a ilusiones vanas.

ANTE EL NUMERO UNO La calidad de Federer merece que su nombre se una a los del australiano Rod Laver (1962-1969) y el estadounidense Donald Budge (1938) que lograron reunir los cuatro grandes el mismo año. Roger podía haber sumado ayer ese cuarto Slam que le falta aunque hubiera sido en dos temporadas, pero la garra del español se lo impidió, y el suizo sabe que cada vez estará más difícil.

Ni siquiera ganando el primer set en 37 minutos, después de salvar dos puntos de ruptura en el primer juego y aprovecharse de que las piernas de Nadal no funcionaban por los nervios, pudo Federer convencerse de que era posible el milagro.

Ni siquiera con la gran mayoría del público que llenaba la pista Philippe Chatrier (16.000 espectadores) cantando su nombre "Roger, Roger", logró el suizo aumentar su empeño. Rafael, calmó sus nervios al comienzo del segundo parcial y tras una volea fallada del suizo, un punto que resultó crucial, se adelantó 2-0.

El partido ya había cambiado totalmente, y Nadal había salido del abismo. Sus golpes volvieron a obtener la profundidad deseada y a retorcerse en el aire para que Federer, agotado inexplicablemente, sufriese. Las estadísticas cambiaron notablemente y así el español acabó con solo dos fallos en ese parcial, mientras que el revés de Federer se convirtió en un pozo sin fondo, con dieciseis en total.

Nadal estaba ya lanzado pero tuvo aún que sufrir un susto de muerte, cuando Federer dispuso de cuatro puntos de ruptura en el cuarto juego del tercer set. Pero ahí el saque del español volvió a funcionar a lo campeón, como en el partido contra el croata Ivan Ljubicic, y dos directos para marcar el 2-2.

CAMINO HACIA EL TRIUNFO Fue un aviso porque en el juego siguiente, Federer cedía el suyo y Nadal saboreaba la victoria en ese parcial que confirmó por 6-4.

En el cuarto el momento clave se vivió en el décimo juego. Nadal había roto de entrada y seguía fustigando el revés de Federer. Sacó para ganar el partido y con 30-30, en una gran jugada, la bola de Federer rozó la cinta y Nadal en un sprint portentoso, llegó a tocarla, pero su pié izquierdo rozó la base de la red. El suizo logró quebrarle a continuación, y forzó el desempate.

En este tipo juego, de los que Federer no ha perdido ni uno en sus siete finales anteriores del Grand Slam, Rafael Nadal estuvo colosal.

Siempre fue por delante, robó dos veces el servicio del número uno, y confirmó a la primera oportunidad para lanzarse a la tierra de París y embadurnarse de gloria.

Este es el quinto título de Rafael Nadal esta temporada: Dubai, Barcelona, Montecarlo y Roma, y el 17 de su carrera. Por su victoria recibió un cheque de 940.000 euros y el reconocimiento de que sigue siendo el mejor en tierra por mucho que le duela a Federer.