Tener un calambre, incluso aunque sea uno doble en el cuádriceps y en el isquio, es un incidente al que un tenista está acostumbrado, especialmente tras partido intenso, bajo un sol de justicia y quizás con menos hidratación de la necesaria. Tenerlo siendo Rafael Nadal cuando se está justo ofreciendo una rueda de prensa y cuando el dolor se manifiesta en la cara, los gestos y frases como "no puedo seguir", hace que se convierta en un acontecimiento.

El momento ocurrió el domingo, cuando Nadal había terminado su ronda de preguntas en inglés tras la victoria frente a David Nalbandian que le ha situado en octavos de final del Abierto de Tenis de Estados Unidos y empezaba a contestar preguntas en castellano. Cubriéndose la cara desencajada por el dolor e implorando por un fisio, tuvo que tumbarse en el suelo.

La sala fue desalojada (aunque las cámaras de la organización siguieron rodando y se pudo ver en el circuito de prensa como le daban un masaje, le aplicaban hielo y se recuperaba caminando). Y aunque durante unos minutos se impuso el desconcierto, tras esa visita médica Nadal volvió a encontrarse con los medios y aclaró: "Simplemente he tenido un calambre delante y detrás. Ha sido doloroso. Eso es todo. He tenido la mala suerte de que ha sido aquí (ante la prensa) y no en el vestuario".

Fueron, quizá, solo "unos minutillos de estar fastidiado", como dijo él; una anécdota más en la vida de un tenista profesional (por más que la rumología se disparara y el periodismo de inmediatez demostrara sus puntos débiles con algunos periodistas contando falsedades como que se desplomó). Para algunos, sin embargo, lo ocurrido sembró dudas.

Nadal no quiere alimentarlas. Sobre la pista, en una mañana de calor realmente intenso, había conseguido seguir con esa progresión que está logrando en Flushing Meadows y ganar a Nalbandian 7-6 (7-5), 6-1 y 7-5, superando un primer set de muy buen juego del argentino y logrando evitar un cuarto que a ratos pareció sería una realidad.

“Echo en falta un poco de tranquilidad a la hora de cerrar los partidos, pero eso viene conforme se juegan partidos", decía Nadal, que no quiere "engañarse y lanzar campanas al vuelo ni ser un autodestructor total" y que el martes deberá medirse a un rival complicado como el luxemburgués Guilles Miller ("un jugador con un saque fuerte y al que es difícil leer").

También pasaba a la siguiente ronda David Ferrer, que eliminó al alemán Florian Mayer por 6-1, 6-2 y 7-6 (7-2) y podía mostrar su satisfacción por haber logrado por primera vez en su carrera ponerse en la cuarta ronda de los cuatro Grand Slams. Su rival el hombre ante el que logró uno de los puntos definitivos de la última eliminatoria de Copa Davis en Austin: Andy Roddick.