De los ocho guerreros de terracota que custodian el tesoro del estadio Qi Zhong de Shanghái, hoy solo quedarán dos para luchar por la Copa Masters de tenis. David Ferrer y Rafael Nadal aspiran a ese honor aunque, para conseguirlo, deberán superar la penúltima batalla, y no será fácil. Al primero le espera en la pista el estadounidense Andy Roddick (10.00 horas, TVE-1) y al segundo, el suizo Roger Federer (12.30 horas, TVE-1), que ayer se impuso a Roddick por 6-4 y 6-2 en el partido que cerraba la última jornada de la liguilla de clasificación. En el anterior partido del Grupo Rojo, el ruso Nikolai Davydenko se despidió con una victoria por 6-4 y 6-3, que cerró de un portazo las pequeñas aspiraciones de clasificarse que aún tenía el chileno Fernando González.

Nadal y Ferrer les espera un duro reto, aunque no podía ser menos en un torneo que reúne a los ocho mejores del mundo. "Me gusta tener que enfrentarme a este tipo de retos. Por eso me gusta el tenis. Disfruto cuando me siento capacitado para afrontarlos. Es una sensación muy bonita", reconocía ayer Nadal a los enviados especiales de la prensa española, a los que recibió en el vestuario que cada tenista tiene en el estadio.

Una sala de 10 metros cuadrados, en la que disponen de un par de sillones para descansar, una mesita, una pantalla de televisión de plasma y un pequeño reservado con una ducha y un aseo. Todos los jugadores disfrutan de lo mismo, aunque cada vestuario está colocado según el orden de clasificación mundial.

"Aquí me siento cómodo. Ayuda a que las horas que estás en el club no resulten pesadas, como pasa en otros sitios", explicó, sentado en un sofá rojo presidido por un reproducción con fotografías de la cara del propio Nadal en distintos colores, al estilo del artista pop Andy Warhol.

EL CLASICO DE SIEMPRE Nadal se sentía relajado. Después de haber conseguido el pase a las semifinales de la Copa Masters, ha cumplido los deberes que se había marcado. "Tengo buenas sensaciones. He terminado el año a un gran nivel con unos cuartos en París, la final de Madrid y las semifinales aquí", decía.

Aún no sabía que iba a jugar contra Federer, un clásico ya en el circuito (ver gráfico), pero sí analizaba esa posibilidad. "Federer es el número uno y el favorito para ganar el torneo. En esta pista es difícil ganarle. Si quiero hacerlo deberé intentar que no juegue al máximo", adelantó. Y para eso destacó que la clave iba a ser "estar seguro con el saque y muy preciso con el resto".

Federer se deshizo ayer de forma rotunda de Roddick. En poco más de una hora y sin necesidad de desgastarse. El suizo tenía en su mano la posibilidad de elegir rival, quedando primero o segundo de grupo, pero no lo dudó. "Prefiero jugar la semifinal habiendo ganado. Creo que es bueno para el tenis que los dos mejores del mundo se enfrenten porque uno estará en la final. Además, no creo que haya una gran diferencia entre Ferrer y Nadal", dijo. Nadal también lo pensaba. "David puede ganar el torneo si no se cruza con Federer, que le tiene pillado. Está demostrando ser el más fuerte".

Ferrer se ríe cuando oye declaraciones así. "Ya será menos. No puedo compararme con Federer, Nadal y Roddick. Estar en semifinales ya es increíble", decía.