La ambición de Rafael Nadal, un joven de 18 años hambriento de éxitos y con carácter de ganador, dio la puntilla a Francia, que entregó su suerte a Arnaud Clement incapaz de prolongar la eliminatoria y evitar la presencia de España en la final de la Copa Davis, la tercera en el último lustro. EEUU espera ya en una sede española por determinar.

El tenista de Manacor fue el arma empleada por el trío de capitanes españoles (G-3), que a última hora de la jornada de ayer y visto lo visto, apostaron firmemente por el incombustible empuje del balear, en plena explosión y extraordinariamente motivado en situaciones como ésta (6-4, 6-1 y 6-2).

Unas molestias en el hombro de Carlos Moyá y el esfuerzo que realizó en el primer punto de la eliminatoria, facilitaron la decisión de los capitanes, conscientes de que, en cualquier caso, resguardaban en la recámara las considerables garantías de la opción de Juan Carlos Ferrero ante un eventual enfrentamiento por el quinto y decisivo punto.

Nadal, que no hace mucho ya se apuntó su primer título como profesional (Sopot), ha convencido ya en su condición de jugador para el individual. Su afán le convirtió en el héroe de Brno, cuando urgido por las necesidades, España tiró de él para sacar adelante la eliminatoria de primera ronda frente a la República Checa. La que allanó el camino hacia la final de la Davis.

REACCION Pero a partir de entonces, el retorno de Moyá y Ferrero limitó su presencia al doble junto a Tommy Robredo. No quedó al margen del equipo y poco a poco ha demandado un notable protagonismo.

Seguramente, el espíritu y el tesón que tiró de su compañero en el partido por parejas frente a Francia donde España logró el segundo punto de la eliminatoria, dispararon la apuesta de Jordi Arrese, Juan Avendaño y Josep Perlas. No se equivocaron.

Nadal apabulló a Clement. Pasó por encima del recambio galo, que sustituyó al lesionado Fabrice Santoro y saltó a la plaza de Alicante sin margen de error. El francés rompió el saque del español en el primer juego y se situó 2-0 a favor. Fue un espejismo. El balear compensó el desajuste en el sexto juego y volvió a quebrar el servicio de su rival en el décimo. Firmó el primer set (6-4).

Nadal, un maestro en alentar a un público entregado, pisó el acelerador después. No dejó pasar el tiempo y en el cuarto parcial del segundo consiguió el primer break (4-1). Repitió en el sexto sin desperdiciar las carencias de su adversario, marginado del juego que en una ocasión (2002) le llevó a la final del Abierto de Australia.

El impulso del español, auxiliado por el magnífico tenis que ha aglutinado el talento con la progresión, desarboló los argumentos del capitán francés Guy Forget, incapaz de alentar a su pupilo. Nadal se situó con 5-0 y tuvo una bola de partido para terminar por sonrojar a su rival. Clement maquilló la situación después de solventar la papeleta y anotarse dos juegos. Pero en el noveno no pudo más. El balear selló el triunfo y salió a hombros por la puerta grande.

Ya con el resultado global de la eliminatoria decidido no hizo falta que Ferrero, también lastimado, saltase a la cancha. Tommy Robredo redondeó el 4-1 venciendo a Paul-Henri Mathieu, por 6-4 y 6-4, en lo que fue un encuentro de auténtico trámite.