No va más. Al menos hasta el próximo año. Si Rafael Nadal hubiera apostado algún euro en el casino de Montecarlo lo habría puesto todo al siete, seguro. Un número mágico para conseguir un pleno histórico. La séptima victoria consecutiva en el torneo. Un éxito para sentirse en el séptimo cielo como ayer se sintió el número 1 mundial al vencer a David Ferrer por 6-4 y 7-5 y arrodillarse con los brazos abiertos hacia el cielo sobre la tierra del Country Club que ya es su segunda casa.

"Jamás habría podido imaginar algo así. Para mí ya me parecía imposible haber ganado seis títulos seguidos, pero el séptimo es fenomenal. Soy un hombre con suerte. Es cierto que he trabajado mucho para conseguirlo, pero no soy el único que lo ha hecho. Haber logrado eso con 24 años es genial. Solo puedo decir gracias a la vida", decía emocionado después de recibir el trofeo de manos del príncipe Alberto de Mónaco y con Bono, de U2, aplaudiéndole entre los 10.000 aficionados que llenaron las gradas.

Nadal no para de batir récords temporada tras temporada. Lo que parece imposible para cualquier otro tenista, en manos de Nadal se convierte en un objetivo que le sirve de motor para seguir saltando barreras y acercarse a los números de los mejores jugadores de este deporte.

1.000 PUNTOS SALVADOS El número 1 mundial no podía empezar mejor la defensa de esos 5.000 puntos que había ganado el año pasado desde Montecarlo a Roland Garros. Ayer salvó 1.000 y como entonces, Nadal logró en el Country Club el primer título de la temporada tras llegar a las finales de Indian Wells y Miami sobre cemento. Si allí el serbio Novak Djokovic, el mejor colocado para arrebatarle el liderato del circuito, le ganó la partida, ahora, en su territorio preferido, Nadal está dispuesto a defender con uñas y dientes el número 1 mundial que recuperó el 18 de julio del 2010.

Por eso Nadal se sentía ayer eufórico y feliz, aunque también fatigado por la batalla de 2 horas y 16 minutos que mantuvo ante Ferrer. Un combate de pesos pesados de la tierra. Un pulso de fuerza en el que tuvo que sufrir para ganar cada punto. Ferrer le obligó al máximo. El tenista alicantino llegaba a la final sin ceder un set y con un bagaje de nueve victorias seguidas en tierra y el título de Acapulco. Además, en su último enfrentamiento había ganado a Nadal en el Abierto de Australia.

"EL MEJOR DEL MUNDO" Ferrer plantó cara desde el inicio, aunque quizás le faltó convicción para aprovechar las oportunidades que tuvo. De siete break points solo aprovechó un par y eso le hizo ir a remolque desde el principio. "Con Rafa siempre es lo mismo. En tierra es increíble y prácticamente imposible ganarle", decía con resignación tras la derrota recordando las ocasiones perdidas, especialmente en la segunda manga, cuando tras ir 2-4 logró igualar 5-5, pero perdió los dos últimos juegos y la final. Tuvo que conformarse con la placa de segundo, pero se fue feliz. "He hecho un gran torneo y he perdido con el mejor del mundo". No será la única vez que se cruce con Nadal camino de Roland Garros. La próxima cita será en el Open Banco Sabadell que hoy comienza en las pistas del Real Club de Tenis Barcelona y donde Nadal aspira a su sexto título. El tenista, que el año pasado no pudo defender su corona, ya que renunció para mejorarse de su maltrecha rodilla, reaparecerá el miércoles para enfrentarse al ganador del partido entre el español Daniel Gimeno y el italiano Potito Starace.