En un Open de Estados Unidos de tenis en el que están ocurriendo, al margen de enormes gestas, especialmente en el torneo femenino, muchos gestos y comportamiento lamentables como los desplantes ocurridos ayer y protagonizados por el número uno mundial, Nole Djokovic, así como el ruso Daniil Medvédev, que se enfrentaron al público, les insultaron e, incluso, rompieron raquetas de forma despreciativas y les hicieron algún que otro corte de mangas, aparece limpio, educado y deportivo el siempre enorme Rafa Nadal, que, tras clasificarse sin jugar, se fue a una de las pistas importantes de Flushing Meadow, es decir, del gran torneo de Nueva York para mantenerse en forma durante un par de hora.

UN ENORME PADRAZO

Una vez concluída la sensión con sus entrenadores y 'sparrings', Nadal, como suele ser habitual en él en cualquier tipo de torno, sea o no del Grand Slam, sea o no importante, gane o pierda, acudió a la grada antes de retirarse al vestuario y, cuando estaba firmando autógrafos en todo tipo de objetos desde gorras a grandes pelotas de tenis, observó a un niño que estaba siendo aprisionado por la multitud, abandonó su bolsa de raquetes y enseres, dejó a un lado el rotulador que lleva en la mano, y con los dos brazos extrajo al chavalito de la multitud.

Una vez recuperado el niño, a saber donde estaban sus padres!, Nadal, mostrando el padrazo que lleva dentro (el próximo 19 de octubre se casará con Francisca Perelló, en Sa Fortalesa, Mallorca, y podrá demostrarlo pronto con sus hijos) le colmó de frases tranquilizadoras y caricias en su rostro para que el niño recuperase el aliento y, con su gorra repleta de autógrafos, no le faltara el del número dos del mundo.