Invencible. Fue el adjetivo que utilizó la excampeona italiana Lea Pericoli para presentar a Rafael Nadal como campeón del Masters 1.000 de Roma mientras de fondo sonaba la música de Carros de fuego. Tres semanas en tierra y tres títulos más para sumar en su palmarés. Montecarlo, Barcelona y ayer Roma al imponerse a Novak Djokovic por 7-6 (7-2) y 6-2. Invencible e imparable. En 21 días sobre su pista preferida Nadal ha ganado 14 partidos, 20 sets y 170 juegos no ha perdido ningún partido, solo ha cedido un set (ante Djokovic en la final de Montecarlo) y 69 juegos.

El dominio de Nadal es aplastante (ver gráfico). Nadie puede con él cuando pisa una pista de tierra. Desde que ganó su primer título en Sopot (2004) el campeón mallorquín ha conquistado 25 títulos en esta superficie en la que solo ha perdido 14 partidos desde que se hizo profesional. Ayer Djokovic encajó su octava derrota en tierra ante Nadal al que nunca ha ganado en arcilla.

IMITACION DE CAMPEON Ayer el tenista serbio entró en la central del Foro Itálico como último campeón del torneo y acabó dos horas y tres minutos después con el plato de finalista en sus manos e imitando, a petición de Lea Pericoli y con el permiso del número uno del mundo, esos gestos que hace Nadal cada vez que va a sacar ajustándose los calzoncillos, ante el aplauso de los 10.500 aficionados que llenaron la central Nicola Pietrangeli y la risa del propio Nadal y de la extenista Conchita Martínez que le entregó la copa.

SIN PACIENCIA "Hay que ser paciente y agresivo a la vez", había dicho el número 3 del mundo. Pero esa paciencia que pedía el serbio apenas duró 1 hora y 13 minutos, justo hasta perder el primer set ya desesperado y tirando la raqueta varias veces al suelo. De nada sirvió que Djokovic recuperara un 5-3 en contra para igualar 5-5 y forzara el tie break tras salvar un set ball con 6-5 para Nadal.

"Fue el momento más duro", confesó Nadal. Pero Djokovic desperdició ese tie break y cedió los últimos cinco puntos totalmente descontrolado por sus errores (cometió 40 en el partido, por solo 22 Nadal) y buscando golpes imposibles.

Superado ese momento, Nadal ya solo tuvo que esperar a que Djokovic se rindiera. Fue tras el 2-2 cuando Nadal le rompió el servicio al serbio y puso la directa hacia el 36º título de su carrera y el 15º Masters 1000 de su palmarés. Nadal ganó cuatro juegos de corrido y certificó su triunfo con un banana shot su golpe preferido que pegó forzado en carrera y mandó paralelo a la línea hasta caer en la esquina ante la mirada impotente de Djokovic. Después, ya se sabe, el ritual de cada semana. Celebración, 1.000 puntos más para el número 1, un cheque de 434.000 euros y la humildad del campeón: "Ganar otra vez en Roma es algo increíble. Ahora hay que disfrutar de este triunfo pero también seguir con los pies en la tierra".

A Nadal no le afectó la goleada del Barça a su equipo, el Madrid. Más bien él se parece a la máquina de Guardiola.