El avión que le trajo a Madrid aterrizó a las 7.30 de la mañana en Barajas. Media hora después, Rafael Nadal comparecía ante la prensa como si acabara de ganar un partido. "Ha sido un paso más y tengo que seguir mejorando", decía. Sin embargo, los cuatro pósteres que había detrás de él le delataban como el séptimo jugador que logra el Grand Slam. Con la misma sencillez de siempre, aparcó su memoria en los problemas por los que pasó hace un año y el momento que vive ahora con el último de los cuatro grandes en el bolsillo.

Debió dormir lo suficiente en el vuelo que le trajo a Madrid. En su cara no había huellas que tuvieran que ver con los cambios de horario o una noche en vela. Enfundado en un polo rojo, apareció solo en una larga mesa con las fotos que siempre quiso ver desde niño. Esas en las que levanta la copa de campeón en el Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el más reciente, el Open USA.

Ni los policías del aeropuerto se quisieron perder las explicaciones de Nadal. Lo primero que quiso hacer el manacorense fue huir del baldío debate de quien es el deportista español más grande la historia. Una pregunta que a Rafa le hace sonrojarse porque su trabajo no tiene otras miras que superarse cada día. "Para nada soy el mejor de la historia. Es una barbaridad. He dado un paso importante en mi carrera y llevo seis meses inolvidables", declaró. Cuando le insistieron sobre este asunto, fue aún más tajante. "No puedo decir que soy el mejor. Hacerlo sería de una arrogancia bastante grande por mi parte. Ahí están Fernando Alonso, Pau Gasol, o lo que hizo Miguel Induráin. Poder ser uno de los mejores sería un honor para mí", añadió.

ANSIA DE VICTORIA En Nueva York desplegó un tenis de tal calibre que en el cuarto set de la final, en el que se disputaron ocho juegos (6-2), Rafa tan solo cometió dos errores. Algo casi inhumano que terminó por desquiciar a Djokovic. También ha cambiado la empuñadura para mejorar muchísimo su saque. "Si no saco bien, tengo que jugar perfecto. Lo del cambio se debió también al viento y serví bien desde el primer día. No soy para nada un jugador completo. Mi servicio siempre es mi asignatura pendiente", mantiene Rafa, que sumó ocho tantos directos de saque y llegó hasta los 217 kilómetros por hora en algunos servicios.

Lo que sí reiteró Nadal fue el estado de forma en el que llegó al torneo de Nueva York. "Anteriormente no estaba preparado para ganarlo, pero he completado un ciclo después de lograr el torneo que se me daba peor y en el que he tenido más problemas. Eso me hace feliz, tanto como el ansia de victoria y la ilusión por mejorar", manifestó.

RESPETO AL RIVAL Los que quisieron convencerle de que Federer está poco menos que en la reserva, no se salieron con la suya y encontraron la réplica inmediata en las palabras del número uno del mundo. "No creo que se haya estancado. A todos nos gustaría tener ese estancamiento. Con 29 años ha conseguido mucho. Es muy difícil estar siempre al 100% y es normal tener un pequeño bajón", comentó Nadal, que aseguró que no piensa variar la temporada para centrarse en los cuatro grandes. "El tenis no es solo los cuatro grandes", añadió. No pierde el hambre de títulos y que ya piensa en el Masters de Londres como su siguiente gran objetivo.