Desde las dos de la madrugada del pasado domingo esperó frente a las taquillas Wimbledon para adquirir una de las entradas que se ponen a la venta al día. Era la primera de una larga fila de miles de personas, la tradicional queu (cola), que pacientemente esperan la ocasión de entrar en el recinto. Se llama Jacqueline Sparowhan. Venía de Aveley, en el condado de Essex. Tiene 60 años y es una enfermera retirada. Su esposo y sus hijos le dijeron que estaba loca cuando se marchó de su domicilio con la mochila, una silla y comida suficiente para aguantar a la intemperie. Tenía un solo objetivo: ver jugar a Rafael Nadal. "Un tenista perfecto y espectacular", dijo.

Tuvo premio. Jacqueline pudo entrar ayer en la central y ser uno de los 15.000 espectadores que vieron el estreno de Nadal. Lo disfrutó durante 2 horas y 20 minutos. El tiempo que el tenista manacorense necesitó para deshacerse de Andreas Beck por 6-4, 6-4 y 7-6 (7-0).

Una victoria que confirmó las expectativas del balear en el torneo. La logró ante Beck, un fornido alemán, número 122 del mundo, zurdo como él, que mide 1,96 metros y que le puso a prueba con su poderoso servicio desde el principio, cuando ganó el juego inicial en blanco. Le obligó a estar concentrado desde el primer punto, en el que Nadal ya pidió la revisión del Ojo del halcón. "Creía que la bola había salido fuera", dijo el balear.

Nadal no quería ni una sorpresa. "El primer partido era muy importante, por los nervios, la tensión", aseguró. El triunfo le dejó unas buenas sensaciones. Tenía motivos. Nadal no cedió ni un break point, logró 17 aces y siempre encontró la solución adecuada para dominar a su rival. No podía quejarse.

QUEJAS Si tuvo alguna queja fue porque este año en el vestuario solo puede acompañarle una persona --"una regla que no me parece bien", comentó-- y por la mala suerte que tuvo en el tercer set al dejar escapar seis break points antes de rematar el triunfo en el desempate. Nada importante que no le permita afrontar con optimismo a su próximo rival, el letón Ernests Gulbis, un rival más peligroso que Beck y con más recursos. Pero Nadal se siente seguro.

"Lo importante en hierba es no cometer varios errores seguidos en el mismo juego. Eso lo hice a la perfección en Queen´s. Este año soy mejor jugador porque tengo más opciones en mi juego", explicó ayer. No pudo decir lo mismo otro de los favoritos, el ruso Davydenko, que cayó ante el alemán Becker (6-4, 6-4, 6-4).

Además de Nadal, ayer pasaron ronda Tommy Robredo, que ganó al belga Vliegen (6-1, 6-3, 7-6 (7/4), 6-4), Nicolás Almagro, a Marcel Granollers (4-6, 6-3, 7-5, 6-2), y García López, al surafricano Van der Merwe (7-5, 6-2, 6-2) con lo que ya son nueve los españoles clasificados para la segunda ronda, récord nacional en Wimbledon.