El golpe de efecto del primer día del Abierto de Australia no fue ver a Rafael Nadal, de nuevo con su camiseta sin mangas, como hace 10 años, ni con unos calcetines negro y pantalones rosas, como se presentó el número 1 mundial en su debut en la Rod Laver Arena, sino el terremoto que supuso para el tenis estadounidense la desaparición en el primer día de cinco de sus cabeza visibles en el torneo.

Un auténtico día negro, especialmente para el tenis femenino yanqui que perdió a Venus Williams, quinta favorita y finalista el año pasado, a Sloanne Stephens, última campeona del Abierto de Estados Unidos, y a Coco Vandeweghe, semifinalista el año pasado en Melbourne y Nueva York, además de Jack Sock y John Isner, número 9 y 16 del mundo.

Por primera vez en los últimos 20 años, no habrá en la segunda ronda del torneo australiano una de las hermanas Williams. Si Serena, actual campeona, renunció a jugar por no estar preparada tras su reciente maternidad, su hermana Venus, de 37 años, se despidió el primer día al perder con la tenista suiza Belinda Bencic, de 20 años y 78ª mundial, por 6-3 y 7-5. La última vez que la mayor de las Williams había sido eliminada en primera ronda se remonta al año 2000 en Wimbledon. «No creo haber jugado mal. Ella jugó mejor y hay que felicitarla por su victoria. Evidentemente, duele marcharse así del torneo», dijo con respuestas telegráficas Venus Williams, que era consciente de la dificultad de la primera ronda que le tocó.

Quien no tuvo problemas en su debut fue Nadal. El número 1 estaba preocupado porque no había jugado ningún partido entero esta temporada, pero se quitó cualquier duda deshaciéndose del tenista dominicano Víctor Estrella, 37 años y 78º del mundo, por un triple 6-1, en el partido más rápido que nunca antes había ganado en un Grand Slam. Nadal no tuvo rival. Fue como un entrenamiento. «Ha sido un buen comienzo para ser el primer partido del año. Se ha hecho lo que se tenía que hacer: pasar», declaró Nadal, consciente de que será difícil cruzarse con un rival más entregado. Nada que ver al que le tocó en suerte a David Ferrer, que se despidió del torneo tras una dura batalla a cinco sets con el ruso Andrey Rublev, estrella emergente del circuito.