Se presentaba como una batalla del orden contra el caos. El juego organizado ante el anárquico. Un tormento que se llevó Rafael Nadal tras xxxx horas por 6-3, 3-6, 7-6 (7-5) y 7-6 (7-3). Fue la victoria número 50 del español en Wimbledon. Un partido que no le gustó desde que supo en el sorteo que se cruzaría con el díscolo tenista australiano. Un rival capaz de desquiciar a cualquiera y que en el 2014 le eliminó del torneo cuando era el número 1 mundial y hace pocos meses, en la final de Acapulco.

Pero la expectación y el morbo no empezó hasta bien entrado el primer set con 5-2 para un Nadal que entró a la pista superconcentrado. Entonces Kyrgios, que había estado modosito, ganó su saque con tres aces, uno a 230 km/h y el último con un servicio de cuchara (por debajo de la cintura), que dejó clavado a Nadal y levantó un murmullo de admiración en la central. Empezaba el show. Nadal no se inmutó y, en el siguiente juego, se apuntó con un saque-volea cerró la primera manga en poco más de media hora.

QUEJAS AL ÁRBITRO

Si alguién estaba desquiciado era Kyrgios, molesto por la pérdida de tiempo de Nadal, no solo con el saque, sino incluso para ir al resto. Se quejó el australiano al árbitro francés Damian Dumusuris al final del primer set cuando Nadal se marchó al baño. A partir de ese instante Kyrgios decidió centrarse en el juego. El australiano se adelantó 3-0 y 4-1, de nuevo con un último punto con otro saque por abajo.

Nadal no se inmutó. Siguió a lo suyo y, cuando Kyrgios se despistó, le arrebató el saque en blanco. El australiano volvió a quejarse de la pérdida de tiempo. Pedía a gritos una sanción para Nadal y la respuesta fue un que la recibió él por perderlo en un resto. Tampoco le afectó a Kyrgios que volvió a hacer break en el octavo juego y se apuntó el set en el siguiente.

TENSIÓN MÁXIMA

La gran tensión llegó en la tercera manga a medida que los dos tenistas mantenían su servicio y la igualdad en el marcador. Con 4-4, Kyrgios tiró un bolazo al cuerpo de Nadal. No le pidió disculpas. Eso irritó a Nadal que, después, celebró el 5-4 como si acabara de ganar la Champions. Y su alegría se multiplicó tras ganar el tercer set en el tie break. Un paso importante para acabar con el martirio, aunque aún debería alargarse una hora más hasta decidirse en un segundo tie break que Nadal volvió a decantar de su lado.