Yusra Mardini sigue soñando en Río. A pesar de no conseguir la clasificación para las semifinales de los 100 metros mariposa el sábado, la actuación de la abanderada del primer equipo olímpico de atletas refugiados de la historia levantó de sus asientos al público del Centro Acuático Olímpico.

Con un tiempo de 1.09.21, esta siria de rostro angelical consiguió imponerse en su serie aunque quedó muy lejos de los tiempos para la clasificación. Un resultado que, pese a no contentar A la ambiciosa joven de 18 años, no le han hecho olvidar hacerle olvidar que es una privilegiada. "Solo pensaba en el agua, las últimas competiciones en las que estuve y dónde estoy ahora".

La huida de Damasco

"Solo pensaba en el agua, las últimas competiciones en las que estuve y dónde estoy ahora", explicó emocionada Yusra, quien hace apenas un año nadaba por su vida en las frías aguas del Mediterráneo. Después de escapar de los bombardeos de Damasco junto a su hermana Sarah, atravesar el Líbano y llegar a Turquía, en un bote que se hundió.

Durante tres horas interminables, Yusra y su hermana nadaron en las aguas del Mar Egeo empujando la embarcación hasta la costa de Lesbos. Su perseverancia salvó la vida de los otros 20 refugiados que viajaban con ella y que, a diferencia de ella, no sabían nadar.

"Fue muy duro pensar que a pesar de ser una nadadora, podía acabar muriendo en el agua", confesó. Por eso su sonrisa nunca se apaga. Abrumada todavía por el cariño recibido el viernes en la ceremonia de inauguración, donde los diez atletas de la delegación de refugiados recibieron la mayor ovación de la noche, su inesperada participación en Río 2016 es un auténtico sueño del que no quiere despertar. "Fue muy duro pensar que, a pesar de ser una nadadora, podía acabar muriendo en el agua".

"Es todo realmente emocionante y un sentimiento increíble competir aquí en Río, estoy muy feliz de estar aquí y ver a todos los nadadores y campeones", reconoció Mardin que ahora comparte instalaciones con leyendas de la natación como Michael Phelps.

Yusra, nada desde que tenía tres años, pero no podía imaginarse que el destino le tenía reservado un lugar entre las estrellas. A su llegada a Berlín, tras un largo periplo por Macedonia, Serbia y Austria, el club Wasserfreunde Spandau 04, uno de los más antiguos y prestigiosos de la ciudad le invitó a formar parte de sus atletas aprovechando su experiencia en el Mundial de Piscina Corta del 2012.

Fue entonces cuando la joven, cuyo objetivo original era clasificarse para los Juegos de Tokio 2020, recibió la invitación del Comité Olímpico Internacional (COI) para formar parte del primer equipo de refugiados de la historia. "Nuestro viaje no ha parado, nuestro viaje continúa. Tengo muchas ganas de nadar el 100 metros libre, espero hacerlo mucho mejor", dice llena de ilusión cara a su próxima prueba.

El sueño de Yusra no para, sus ganas de sorprender al mundo tampoco. Quizás una sorpresa de esta jóven siria permita traer un soplo de esperanza a todos quienes sufren los efectos de las guerras en todo el mundo. El público de Río 2016 lo tiene claro: el miércoles todos estarán con Yusra.