Zidane no le quiere en el equipo y se lo dejó claro desde el primer momento hasta en sala de prensa. Bale sabe que no va a jugar (aunque el domingo tuvo media hora en el amistoso contra la Roma, al que James no viajó), y sin embargo parece poner poco empeño en irse. Tampoco su representante, Jonathan Barnett, que desde que acabó el curso viene avisando de que el jugador tiene contrato y muy pocas ganas de alejarse de Madrid y sus campos de golf, donde su hándicap no deja de bajar. Mucho ha cambiado la historia en un año, cuando tras marcar dos goles en la final de la Champions contra el Liverpool el galés aguó la fiesta al insinuar que quería irse. Florentino, que sí vendió a Cristiano, no se atrevió a dejar escapar a Bale cuando tenía mercado. Tras otro año de encadenar lesiones y partidos apáticos no parece haber nadie en el planeta interesado en él. La oferta millonaria de China que por unos días dio esperanzas al madridismo acabó siendo ridícula. De hecho, es difícil saber cuál sería un precio justo, teniendo en cuenta su rendimiento, su estado físico y, sobre todo, su ficha. En el Bernabéu aún confían en vender caro para afrontar el fichaje de ‘Ney’.