Una etapa llana resuelta al esprint es sinónimo de jornada tranquila en la que no pasa nada? Responde Albert Losada, ciclista barcelonés del Katusha. "¿Tranquila? --debate y expulsa el agua de su bidón, que casi suelta humo-- No dura ni cinco minutos, está tan caliente que ni se puede beber". Y así por el Maestrat castellonense, con la imagen imponente de Morella, camino de Peñíscola donde venció el luxemburgués Jean-Pierre Drucker (BMC).

Acumula cansancio la Vuelta con Nairo Quintana, vestido de rojo, y con la sensación de que lo tiene todo bastante controlado, tanto que hasta tiene tiempo para seguir aprendiendo, sobre todo de Alberto Contador.

Teme la reacción de un Sky herido, que hizo el domingo todo lo que no se tenía que hacer en un manual de ciclismo: despistarse en la salida, dejar solo al líder, mantener a los corredores dispersados en dos grupos, tirando de ambos, el que perseguía a Quintana y Contador con Froome, y el que por detrás trataba de acudir en auxilio del jefe. Y lo hacían el empeño desesperado de seguir teniendo la Vuelta amarrada, como en el Aubisque. Mientras tanto, Eusebio Unzué, el mánager del Movistar, no perdía ojo de lo que sucedía. Y hasta enviaba whatsApps en los que expresaba su admiración hacia su líder colombiano.

"He tenido que ir aprendiendo a toda velocidad de figuras como Contador y otras que se han retirado, como Purito. Yo estuve involucrado en una etapa épica, la de Fuente Dé (ayer se cumplieron cuatro años) y anoté todos los movimientos que realizó Contador. Y ese día me dije que si quería llegar a ser alguien importante en el ciclismo debía aprender de lo que hacía un corredor como Contador". Y el domingo le dio una nueva lección para dinamitar la Vuelta.