Todo discurre sobre ruedas: ha fichado por un gran club, está rodeado de las máximas estrellas del fútbol, que le han recibido con los brazos abiertos, vive en atractiva ciudad, el clima es caluroso, su familia vive con él, todos se encuentran bien de salud y miles de personas le veneran. La vida es un sueño para Neymar Júnior, que se confiesa sin rubor ni reparos como un tipo "más que feliz". Una sonrisa parecida a la de Ronaldinho se incorpora al Barça, que necesita alegría tras la conmoción por la recaída de Tito Vilanova.

"Feliz" y sus derivados fue la palabra más repetida por Neymar en su segunda comparecencia como jugador azulgrana. La primera fue la de su presentación, poco antes de la Copa Confederación. No fue hasta el lunes cuando se incorporó a los entrenamientos y en estos cuatro días transcurridos, con entrenamientos y un amistoso disputado en Polonia lo que más le ha sorprendido de sus vivencias en el Barça es que "todo es mucho mejor de lo que pensaba". Hoy, por fin, podrá empezar a demostrar esa felicidad sobre el césped, en el Torneo Joan Gamper.

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Dani Alves, otra alma desenfadada, es el báculo en el que se apoya los primeros días y el que hizo de intermediario tirando rosas para iniciar la relación entre Neymar y Messi y que no hubiera fricciones. No se intuye que las haya, por ahora. Además de repetir que es feliz en el Barça, Neymar abundó en la idea de que su pretensión consiste en "ayudar" al equipo ya sea con pases o con goles. Con lo que le pidan. Pero su coste (57 millones de euros) le obliga a más. A ser decisivo.

Ha entrado en Sant Joan Despí con la bandera de la humildad. Repartiendo parabienes. "Miro a un lado y veo a Messi; miro al otro y veo a Xavi, Iniesta o Puyol: esto es un sueño, estoy mucho más que feliz", insistió Neymar, admirado como si fuera un juvenil que sube a entrenar con el primer equipo. Pero ya se sabe, sin embargo, que lo que caracteriza al brasileño, es el desparpajo. La osadía. Y lo que sabe Neymar, que no piensa cambiar su estilo, es que nadie le va a tratar con dulzura ni misericordia. Tampoco en Europa.

Lo comprobó en su breve debut de Polonia. "En Brasil también sufro entradas fuertes y ya estoy acostumbrado, forma parte del fútbol", dijo sin quejarse Neymar, el hombre feliz. El futbolista que se esfuerza en progresar, en evolucionar, en relacionarse con Messi y sus compañeros, que "habla" cada día con Tata Martino.