A bote pronto, desconociendo los detalles, un resultado de 30-0 en categoría prebenjamín duele a la vista. Duele mucho para quienes amamos el deporte y sus valores, que somos legión. El Diocesano ha sido el de los 30 goles; el Arroyo se quedó a 0. Durante este fin de semana se ha debatido en buena lid en las redes sociales si esto es de recibo o no y las razones por las que se ha llegado a producir tan sonrojante tanteo.

Reconozco que debe ser complicado intentar convencer a un niño de 7-8 años para que no abuse del contrario. A todos nos ha pasado que hemos recibido palizas de escándalo. Pero de aquello, al menos en lo que a mí concierne, hace mucho tiempo. Todo ha cambiado y ahora todos sabemos que hay que intentar evitar que ocurra.

Desde el Diocesano, club que se ha distinguido por su siempre pujante cantera, plantean esa dificultad como algo provocado por el desequilibrio de los grupos de los equipos y que todo debería estudiarse con anterioridad para evitar partidos tan desiguales. Qué quieren que les diga: a mí también me parece muy difícil la solución y aquello de cerrar acta cuando se llega a un determinado tanteo, como ocurre en baloncesto, no acaba con el problema.

El tema de fondo no es baladí. En ciertas edades, yo creo que lo más importante debe ser participar, no vencer. Y en este caso evidentemente así debería haber sido. Me consta que el entrenador del Diocesano es un tipo con valores y criterio, que lo último que quiso hacer era humillar al contrario. Pero puede que todos tengamos un poco de culpa, si ya desde tu casa te enseñan el significado de la palabra ganar, y además se coloca delante de cualquier otra porque, sobre el papel, es más importante. Pues no: el niño lo primero que debe saber es que debe practicar deporte por salud y, sobre todo, por diversión.