Menudos gritos. ¡Vaya si ha habido gritos! No sé qué ha pasado, pero la gente se lo quería tomar como un día de relajación. "¡Aquí hoy no se mueve nadie!". El grito ha llegado desde el fondo del pelotón y poco a poco se ha ido extendiendo. La gente quería imponer un ritmo más o menos pausado para llegar a Nimes, porque a partir de mañana comienza lo más duro del Tour y había que recuperar las fuerzas. Por eso se han llevado una buena regañina Terpstra y Brard cuando se han escapado. Eran de los pocos que querían trabajar.

Y hasta hemos tenido tiempo para contemplar el incendio. Un incendio de los de verdad. Hemos divisado mucho humo y después hemos comenzado a oler a quemado.

Hoy, a diferencia de otros días, hemos podido hablar entre nosotros y hemos tratado en el pelotón el lioso tema de los positivos. La opinión generalizada era de incomprensión hacia los que todavía no se han dado cuenta de que el ciclismo está cambiando y que no se pueden hacer barbaridades. En fin, que algunos todavía no lo entienden...

Hemos superado lo que se denomina una etapa de transición, porque mañana... mañana es una verdadera encerrona, un continuo subir y bajar, un territorio que llama a la escapada. Ojalá que sea importante. Me encantaría que se colara algún corredor con tintes de peligro que ahora se encuentre a más de 15 minutos de Evans. Y me agradaría que se vistiera de amarillo.

Y lo digo porque en una etapa similar, en el mismo día, el penúltimo sábado de competición, yo me escapé camino de Montélimar. Sucedió hace dos años. Me concedieron casi media hora de ventaja con lo que me situé al frente de la general. En Montélimar, hace dos años, recuperé media hora gracias a la fuga, pero me situé de amarillo con apenas 1.29 minutos de ventaja. Y aguanté. Por eso, si se escapa alguien, se viste de amarillo y luego no aguanta la prenda, se callarían muchas bocas... Todas aquellas que estuvieron diciendo que a mí me regalaron el Tour.

*Excampeón del Tour.