Ni el sabor de una medalla de plata le ayudaba a soportar el peso de una derrota tan dolorosa. Fue en el partido más importante, el que te hace campeón o te deja en el incómodo segundo peldaño del podio. A un técnico tan joven como el gallego Moncho López (34 años) no le alivió ni la esperanza de repetir otros días como el de ayer en el Globe Arena de Estocolmo. No le gusta perder, ni en los amistosos. En eso es calcado a los 12 jugadores que han protagonizado 10 días de gloria, pese a un amargo desenlace, cuando todos esperaban acabar con el maleficio que parece perseguir a España en las finales de los Europeos. "Son momentos duros porque hemos fallado en el peor momento", decía el joven entrenador después de la final de ayer contra Lituania.

Moncho López casi pedía disculpas el día que vivió su segunda derrota en el banquillo español en 18 partidos (cinco de clasificación para el Europeo, siete amistosos de preparación y los seis disputados entre Sodertalje y Estocolmo). La primera llegó hace 20 días y con el mismo rival delante, aunque entonces no tenía ninguna relevancia, pese a que ya sirvió para comprobar el importante arsenal de que disponía Lituania. La selección acababa de perder con Lituania por 18 puntos (70-88) en un amistoso en Torrevieja y López se flagelaba admitiendo errores en la dirección del partido y en la manera de frenar a los bálticos.

Ayer, muy lejos de la localidad alicantina, el seleccionador repetía el discurso. Su equipo se había dejado el alma en la pista, pero lo había hecho de forma desordenada.

Así es un joven entrenador por el que apostó la federación española por la marcha de Javier Imbroda al Real Madrid, el pasado verano, tras el Mundial de Indianápolis. Una corta experiencia en la Liga ACB (con el modesto Gijón) y un gran trabajo con la selección B le catapultaron al puesto de seleccionador, que habían ocupado antes que él técnicos tan ilustres como Antonio Díaz Miguel, Lolo Sainz o el propio Imbroda.

En su debut con la selección se situó a la altura de sus antecesores, pero López ni se acordaba de esa medalla de plata, que situó a España en el podio de un campeonato de Europa por tercera vez consecutiva. "Es doloroso perder una final por la afición, por toda la ilusión que había generado el equipo". El técnico, eso sí, elogió la casta de sus hombres, que pelearon hasta el final pese a que llegaron a perder por 21 puntos de diferencia. "Hemos jugado con riesgos y luchando hasta el último segundo, pero la diferencia era grande, tanto en el aspecto físico como en el táctico".

La desilusión de ayer será pasajera. Y Moncho López lo sabe porque tiene en sus manos a un equipo ganador y que rebosa juventud. La próxima cita será en el verano del 2004 en Atenas.