Justo un año atrás, en el mismo circuito de Gilles Villeneuve, salió ileso de un terrorífico accidente. Dicen que le salvó la vida el nombre de Juan Pablo II que lleva en su casco. Desde entonces a Robert Kubica le llaman el piloto milagro, un apodo que reforzó ayer al conseguir la primera victoria para BMW y colocarse líder del mundial en un año en el que su objetivo "no era luchar por el título". "Pero estamos aquí para aprovechar las oportunidades", aseguró este espigado polaco nacido en Cracovia hace 23 años.

Es el hombre de moda, tanto que Ferrari le ha hecho una oferta si a finales de este año Kimi Raikkonen consuma su amenaza de retirada. Por si acaso, Kubica, aún no ha renovado con BMW. El tiempo juega a su favor, lo ha hecho desde niño, desde que su padre le compró un kart con ocho años. Desde entonces lo ha ganado todo.

Sin suerte

Nadie ha llegado a la Fórmula Uno con un palmarés tan soberbio en el mundo del karting, una época en la que ganaba habitualmente a Lewis Hamilton y Nico Rosberg. Después, Kubica venció en la F-3 de Alemania pero eso no le abrió la puerta de ningún proyecto importante. Su golpe de suerte corrió a cargo de Joan Villadelprat. Se lo llevó al equipo Epsilon-Euskadi y bajo la batuta del ingeniero catalán se proclamó campeón de las World Series by Renault en 2005, lo que significó el empujón decisivio hacia la F-1 BMW se fijó en él y lo fichó.

Solo la mala suerte --Nakajima le embistió en Australia cuando era segundo-- le impidió ser líder antes esta temporada. Es el único piloto de la parrilla que no ha cometido errores.

Triunfo y gran salto

Su primera victoria le da por fin el merecido liderato. "Es fantástico para mí, para el equipo, para mi país, para mis fans", repetía ayer pletórico, junto a su ingeniero de pista, el valenciano Toni Cuquerella. "El objetivo de este año era ganar la primera carrera y lo hemos logrado. Pero esto nos da moral para seguir intentándolo. Yo, desde luego, daré el máximo". Todo rueda a favor de Kubica para luchar por el título en una temporada en la que hay varios candidatos, pero ningún dominador claro.