No siempre llaman la atención en un campeonato del Mundo las estratosféricas marcas de los deportistas que compiten. No siempre brillan las exquisiteces que la organización prepara para agasajar a todos los integrantes de la familia deportiva que acude al evento --invitados, espectadores, deportistas, entrenadores, medios de comunicación, personal...--, o la espectacularidad del deporte en sí. A veces lo que llama la atención es aquello que está lejos de la élite que se da cita en una gran competición.

En la madrugada de ayer saltó a la piscina de Melbourne el nadador de Sierra Leona Gibrilla Bamba para participar en la prueba de los 50 metros braza. Emulando al guineano Eric Moussambani en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, cuya imagen dio la vuelta al mundo tras acabar con mucho sufrimiento y casi ahogándose la prueba de los 100 metros libres, Bamba sufrió para completar el largo de la piscina australiana en casi un minuto --cincuenta y cinco segundos, a más de un segundo por brazada--. La imagen que ilustra el reportaje lo dice todo. Muestra al nadador de Sierra Leona tratando de alcanzar el fina de su recorrido en la prueba de los 50 metros braza con las gafas en medio de la cara y con el gesto de sufrimiento.

No ha sido lo único llamativo que ha sucedido en la jornada de ayer. La Federación Internacional de Natación (FINA) ha retirado la acreditación a un entrenador ucraniano tras revisar una cinta de vídeo grabada por un canal de televisión local en la que se le veía abroncando a una nadadora que finalmente resultó ser su hija.

Este incidente se ha conocido después de que un entrenador del equipo ruso de saltos, Vladimir Rulev, fuera acusado de haber atacado de forma indecente a una guardia de seguridad dentro de un hotel en Melbourne.