Rafael Nadal vivió ayer sensaciones nuevas. No quiere dejar de ser quién y cómo es --"el mismo chico de 19 años, con un trofeo más, pero todo lo demás debe seguir igual", dijo--, pero lo tendrá difícil después de ganar en París. Y la prueba la dio él mismo. "Nunca había llorado por ganar un partido, pero esta vez lo he hecho. No iba a hacerlo, pero cuando he visto a toda mi familia emocionada, me ha dado la llorera final", explicó el nuevo campeón de la tierra.

Y no había para menos. Las emociones se le acumularon al joven tenista. Saludó al Rey, recibió la Copa de los Mosqueteros de manos de Zinedine Zidane --"le dije que lamenté que el Bar§a hubiera acabado tan bien la Liga", dijo desde su corazón merengue -- y hoy viajará hacia Halle (Alemania), para empezar a entrenarse en hierba de cara al próximo torneo de Wimbledon.

ALUVION DE RECUERDOS A pesar de su excelente temporada, de los seis torneos conquistados y de su cada vez más numerosa lista de victorias consecutivas, a Nadal le resultaba difícil describir qué sintió cuando se rebozó en la arcilla de la pista central. "Es algo difícil de explicar. Te viene a la cabeza todo lo que has trabajado y por lo que has luchado. Te acuerdas también de los malos momentos y, sobre todo, de la familia y de mi tío y entrenador, Toni. Sin él nunca podría haber llegado aquí", resumió Nadal, que protagonizó una divertida rueda de prensa en la que se peleó con el inglés, la lengua que está estudiando intensivamente para tener mejor entrada en un mercado anglosajón que ya le idolatra. No supo explicar en inglés la jugada decisiva, en el cuarto set.

ELOGIO DE PUERTA Minutos antes, Puerta se deshacía en elogios hacia su verdugo. "He tenido delante al mejor. ¡El tipo no dudaba nunca!", se maravillaba el argentino. "He visto a Agassi o a Gaudio empezar finales en París muy nerviosos, pero él no daba esta impresión. Es sorprendente que con tan poca edad afronte situaciones tan difíciles de una forma tan natural", añadió.

Nadal discrepó amablemente del halago. "Todos notamos la presión, lo único que se puede hacer es intentar que no te sobrepase", explicó. "En cada partido tengo miedo, y salgo a la pista con la máxima humildad y respetando mucho a los rivales, porque sé que se puede perder con cualquiera en cualquier momento. Pero la única manera de solucionar los problemas es luchar, correr, moverte, y que los nervios se vayan fuera". Y ahora, su próxima gran cita será el torneo de Wimbledon que comienza el 20 de junio. "¿Aspirante yo? No, qué va. En hierba no puedo serlo, la verdad es la verdad". Esta es ahora la asignatura pendiente que Nadal quiere empezar a estudiar hoy mismo en Halle. "Es el primer torneo sobre hierba y voy a intentar mejorar para preparar Wimbledon. Soy consciente de que no es mi mejor superficie", destacó.