Nada más finalizar la carrera, Sebastian Vettel detuvo su RB7 junto al MP4/26 de Jenson Button. Se bajó, retiró su casco y se fue a inspeccionar el coche del ganador. Presionó sobre el alerón delantero para comprobar su flexibilidad, se apoyó sobre el coche con fuerza para medir la dureza de la suspensión. No es la primera vez que se le ve hacer esto, pues ya lo ha hecho al final de otros grandes premios en los que le arrebataron la victoria.

La preocupación del alemán, si alguna vez la hubo, se ha convertido en una obsesión. "He salido desde la pole y no he ganado, el McLaren es más rápido en las últimas carreras. Fernando, con algunos neumáticos, también. Tenemos que mejorar antes de Spa", dijo con gesto serio.

Es como si los ochentaitantos puntos de ventaja que acumula sobre Webber, Alonso, Hamilton y Button no existieran, como si saber que los más de tres triunfos que acumula de ventaja pudieran evaporarse de repente. "No podemos confiarnos ni un instante, recordemos lo que ocurrió el año pasado", dice quien mantuvo en su box al equipo hasta las cinco de la madrugada del sábado, quien hizo traer de la sede de Inglaterra un baúl (llegó a la una de la mañana al circuito) con las suspensiones y otras piezas que su equipo había abandonado tras la carrera de Valencia.

Menos mal que Webber, su compañero, asume que ya no puede pensar en el título, que Alonso, el rival al que más teme, cree que "está imposible" o que en McLaren lamenten el segundo puesto bajo la lluvia del alemán que le hará ir de vacaciones pleno de moral. "Si hubiera abandonado, se hubiese pasado las vacaciones comiéndose el coco", dice Pedro Martínez de la Rosa.

"Hemos tenido un mes de julio con tres carreras y necesitamos las vacaciones. Mis pilas están agotadas", dice Alonso, relativamente satisfecho con su cuarto podio consecutivo, por ser el piloto que más puntos ha sumado en las últimas carreras. A pesar de este nuevo podio, el quinto en las últimas seis carreras, Alonso sigue creyendo que la lucha por el título --ahora está a 89 puntos del líder Sebastian Vettel-- sigue siendo una quimera.

La F-1 para durante quince días. Ni siquiera los mecánicos podrán tocar los coches. Nadie, nadie, se acercará a las fábricas. Vacaciones total. Por ley.