El este contra el oeste, de nuevo. La oposición de dos patrones recuperada tras el desguace soviético. Hablar de capitalismo contra comunismo sería forzar la comparación, vista la deriva china. Pero la cuestión es la misma: el medallero como termómetro geopolítico. "Una explosión nuclear espiritual", dijo Mao en 1956 del primer oro chino en un Mundial de pimpón. Calculen ahora la potencia si China supera a EEUU en Pekín, algo para lo que llevan trabajando los últimos años. Pero el periplo olímpico chino empezó hace ya mucho tiempo.

Liu Changchun abrió en solitario el olimpismo chino en Los Angeles 1932 con la subvención privada de su universidad. Desfiló solo en la ceremonia de apertura, llegó último en las primeras rondas de 100 y 200 metros, y mendigó a la colonia de expatriados chinos para el billete de vuelta. No hubo más chinos olímpicos hasta 52 años más tarde, también en Los Angeles. Xu Haifeng, vendedor de fertilizantes, ganó en tiro el primer oro. De allí se llevó seis medallas en gimnasia Li Ning, globalmente ignorado hasta que su reciente paseo etéreo por el cielo pequinés precediera el encendido del pebetero. Cayeron 14 oros. "¡Uau! Esos chicos son buenos", dijo Meter Ueberroth, presidente entonces del Comité Olímpico estadounidense. Casi 24 años más tarde, los hijos de aquellos pugnan por la supremacía. "No estamos acostumbrados a ir por detrás en los Juegos, y tendremos que hacerlo", dijo esta semana Ueberroth.

"Juro por la gloria de la madre patria luchar con determinación, utilizar todo el coraje y energía para ser el primero, competir con equidad y amistad, ganar sin orgullo y perder sin derrotismo", prometió recientemente una delegación de atletas a Hu Jintao, presidente chino. "Espero que entrenéis duro con rigor científico para mejorar vuestras capacidades y conseguir la excelencia en los JJOO", respondió Hu.

Orgullo nacional

Los 637 atletas chinos, la mayor delegación de la historia olímpica, tienen la sagrada misión de no decepcionar a la cuarta parte de la población mundial. El primer puesto en el medallero dispararía el orgullo nacional en un país que aún tiene muy presentes los siglos de humillación a manos de extranjeros.

La diplomacia china ha sido exquisita. Ni atletas ni políticos han exteriorizado el deseo de encabezar el medallero. Los pronósticos están prohibidos. Cuando Zhang Haifeng, portavoz del BOCOG, dijo que calculaban conseguir 32 oros, fue fulminantemente desmentido por una nota oficial: "El BOCOG nunca ha hecho predicciones".

Apogeo confirmado

La consultora Pricecooper Waterhouse o la revista Sports Illustrated, trovador de las glorias estadounidenses, anticipan el relevo que los primeros días confirman: nueve oros de China por tres de EEUU.

Para ese ascenso no bastaba la consabida lluvia de medallas en pimpón, taekwondo, bádminton o salto de trampolín. Y de esa certeza nació hace siete años el Proyecto 119. Ese es el número de metales que reparten disciplinas olímpicas esquivas para China y que urgía mejorar: atletismo, natación, piragüismo, remo, vela y kayak.

El proyecto, que cuesta unos 500 millones de euros, diseñó una estrategia piramidal de 24.000 escuelas primarias para entrenar a seis millones de niños. También contrató a 60 técnicos extranjeros, de los que siguen 28, de 16 nacionalidades. Unos han sido despedidos por no resistir la presión. Solo vale ganar.

En los anteriores JJOO, China consiguió apenas cuatro de esas 119 medallas, pero la explosión se espera en Pekín. China ya asombró en los Mundiales de remo del 2006 con tres medallas de oro y en estos Juegos espera competir cara a cara con EEUU en gimnasia y ganar el primer oro en ciclismo.

"Sigue la táctica de la URSS o Alemania del Este: ir a por deportes en los que no somos muy buenos", opina Hill Mallon, historiador olímpico de EEUU. "No creo que haya muchos enfrentamientos directos. Ellos nos matarán en pimpón, y nosotros, en la piscina", razona.