El presidente chino, Hu Jintao, ha declarado inaugurados los Juegos de la XXIX Olimpiada, que se desarrollarán en Pekín hasta el próximo día 24, en el curso de la ceremonia inaugural que se celebra en el estadio Olímpico Nacional.

Más de 90.000 personas dentro del estadio y una audiencia potencial cercana a los 4.000 millones de telespectadores siguieron la ceremonia inaugural de los Juegos, que por primera vez se celebran en China.

El público que asistió hoy a la ceremonia inaugural de los Juegos de Pekín dejó claro cuáles son los países amigos de China, con ovaciones destacadas sobre el resto, pero reservó energías para regalar al equipo de su país una bienvenida de escándalo.

Los 226 centímetros de Yao Ming, abanderado de su país por segunda ocasión consecutiva pero esta vez en su casa, condujeron emocionados a su equipo en torno al estadio, en el que los espectadores no dejaron de agitar banderas, pañuelos, linternas y abanicos ni de gritar 'vamos, vamos'.

Con Grecia en la vanguardia del desfile, en su calidad de país inventor de los Juegos Olímpicos, los 204 países participantes entraron en el estadio siguiendo el orden alfabético mandarín, lo que supuso una novedad respecto a anteriores ediciones.

La primera delegación ovacionada fue la Taiwán, pero le siguieron Hong Kong, Pakistán, Iraq, Rusia, Italia, Australia y Corea del Norte, que, en contra de lo previsto en el programa, no desfiló inmediatamente después de Corea del Sur, sino con cuatro equipos por medio. No hubo acuerdo entre sus gobiernos para una presentación conjunta, como sucedió en Sydney y Atenas.

A la entrada de Estados Unidos se escucharon algunos silbidos mezclados con aplausos. Entre los deportistas destacados que fueron hoy abanderados de sus equipos aparecieron los tenistas Roger Federer, todavía número uno mundial, y el chileno Fernando González, bronce individual y oro en dobles con Nicolás Massú en Atenas.

Literalmente por encima del resto, los cinco abanderados que juegan en la NBA: el lituano Sarunas Jasikevicius, el argentino Manu Ginbili, el ruso Andrei Kirilenko y el alemán Dirk Nowitzki, además de Yao Ming.

La tenista estadounidense Lindsay Davenport, que se dio de baja del torneo olímpico por lesión, sí estuvo en el desfile.

Entre los ucranianos, el presidente de su comité olímpico, el plusmarquista mundial de pértiga Sergey Bubka.

Muchos deportistas desfilaron con cámaras de foto o de vídeo y con teléfonos móviles en la mano.

Los países africanos y oceánicos aportaron las mayores dosis de colorido a las vestimentas. Los atletas de Burundi vistieron un traje tribal y caminaron descalzos. La mayoría de los equipos occidentales optó por elegantes trajes de chaqueta y fueron pocos los países, como Ecuador o Venezuela, cuyos representantes desfilaron en chándal.

Los gorros de papel de algunos argentinos con los colores de su bandera nacional, las boinas de las francesas o las faldas de los chicos de Samoa fueron algunos de los detalles curiosos, al igual que, por distintas razones, los distintos tipos de velo con que se cubrieron las mujeres, pocas, de los países árabes.

Cada delegación tardó más de diez minutos en completar la vuelta al estadio. España rompió la media por las continuas paradas de sus deportistas para hacerse fotos en grupo o saludar a las cámaras, y hasta cuatro miembros de la organización se acercaron a animarles a que se dieran más prisa.

Cuando el abanderado, David Cal, ya estaba colocado en su sitio en el centro del estadio, a los últimos del grupo aún les faltaba media vuelta.

El desfile completo se fue por encima de las dos horas, amenizado con música popular de los distintos países, con predominio de la ranchera, la gaita y los tambores africanos.