Seamos sinceros, los pilotos son un engorro para los diseñadores de monoplazas de F-1. No pueden moverlos como los radiadores, como las baterías del KERS o como otros muchos componentes que se colocan aquí o allá, buscando ese equilibrio mágico de pesos que haga el coche más veloz en el paso por curva, que traccione mejor, que desgaste menos las ruedas.

El piloto es una masa que debe ir siempre en el mismo lugar, así que cuanto más pequeño, cuanto menos pesado, mejor. Y los grandotes se quejan. Muchos temen que los equipos punteros los descarten en favor de los más pequeños, sobre todo, ante una temporada, la 2014, en la que el ahorro de peso resultará, de nuevo, vital, como ya ocurriera en el 2009, con la introducción del KERS, que los puso a todos a dieta. Ha empezado la segunda operación bikini de la F-1.

La media de estatura entre los pilotos de F-1 está por debajo de la población normal. Es raro el que pase de uno 1.75. La horquilla para la mayoría va desde el 1,66 de Felipe Massa y el 1,74 de Sebastian Vettel. Fernando Alonso (1.71), Kimi Raikkonen (1.75), Lewis Hamilton (1.74) o Checo Pérez (1.73). Y todos alrededor de los 65 kilos. Pocos son los que sobrepasan esa estatura y ese peso. La criba se produce en el kárting.

"Si eres alto y encima algo gordito, la deseventaja es grande. En ocasiones, irás por encima del peso máximo del coche más piloto, en otras no podrás poner lastre, y siempre el centro de gravedad será más alto", dicen los gurús del kart.

Pero, a veces, llegan, sí. Como Jenson Button, campeón del mundo del kart júnior en 1995 y campeón del mundo de F-1 en el 2009. Con su 1.82 y 70 kilos de peso, sufre en la F-1, no para ser campeón con aquel portentoso Brawn de doble difusor --hubiera sido campeón Marc Gasol, dada su superioridad--, sino cada vez que los ingenieros buscan adelgazar el bonomio coche-piloto.

Como ocurrió en el 2009 y ocurrirá la próxima temporada. Button ya no puede adelgazar más, se mata entrenado ironmans, está como un palo pero, además de tener que retorcerse en un habitáculo que tiene la misma dimensión que la de su comapñero Pérez, le sobran cinco kilos, respecto a la mayoría de profesionales.

Más kilos, menos velocidad

En un circuito tipo Montmeló, 10 kilos suponen más de tres décimas por vuelta. "Se castiga al piloto más pesado y es injusto que te digan: pierde peso. Algunos no podemos perder más. No hay derecho. Necesitas piel sobre los huesos y un poco de músculo para conducir un F-1", señala el británico de McLaren.

El tema ha sido tratado ya en las reuniones de la Asociación de Pilotos, pero claro, ahí son mayoría los chiquititos. "No entiendo por qué razón no podemos poner el límite de peso de los nuevos monoplazas 10 kilos por encima. Esa decisión dejaría de preocupar a los pilotos y no supondría, digo yo, quebradero de cabeza alguno para los ingenieros. Es una de las cosas más fáciles de hacer y podría mantener activos a muchos pilotos. Es algo para lo que vale la pena presionar", insiste Button, que tiene como aliado en su cruzada a Miko Hulkenberg, el joven más prometedor de la parrilla, que, con 1.85 de estatura y 75 kilos de músculo, tiene el mismo problema de Jenson Button.

Un deporte de menudos

"Recuerdo, sí, cuando, en el 2009, con la introducción del KERS, los conductores, por exigencia de los diseñadores, tuvieron que perder mucho peso", explicó el chico que estuvo a punto de fichar por Ferrari. "Desafortunadamente soy lo que soy. Soy alto y, por lo tanto, pesado, pero no tan pesado como otros. Pero está claro que van a por nosotros. Han decidido que los nuevos coches se pueden hacer más veloces si les restan esos 10 o 15 kilos. Y quieren que los perdamos nosotros", dijo Hulkenberg.

Pinta mal para los grandullones en la F-1, donde Alain Prost medía 1,65; Ayrton Senna, 1,71; y Michael Schumacher 1,74.