Misión cumplida para el redeem team (el equipo redentor). Así ha estado adjetivando durante estas dos últimas semanas la prensa estadounidense a la selección de baloncesto de Estados Unidos que ha logrado el oro en los Juegos de Pekín, su primer oro en torneos internacionales en los últimos ocho años. Redención es un término de raíz bíblica y de inspiración imperialista. Según los católicos, Dios redime a sus fieles de la esclavitud del pecado y completa el proceso de vida sobrenatural de la primera conciliación, hasta la salvación final. Digamos que desde el punto de vista de diplomacia de asuntos exteriores aplicada al baloncesto el propio George W. Bush afirmaría lo mismo que ha contado la agencia norteamericana Associated Press en el inicio de su crónica de la final, que la selección estadounidense ha restaurado el orden internacional. "El mundo lo estaba viendo y esperando" tituló el diario New York Post .

Para este objetivo divino-político no recurrieron a un sacerdote ni a un canciller. Captaron a uno de los ejecutivos deportivos de mayor prestigio en Estados Unidos, Jerry Colangelo. El que fuera propietario y presidente de Phoenix Suns pidió opinión sobre el asunto a más de 30 personalidades del baloncesto estadounidense, Jerry West, Larry Bird y Michael Jordan incluídos. Abolió inmediatamente el comité de selección, amenazó con pruebas de eliminación y clasificación al estilo de los trials de clasifación del atletismo y planeó manejar una base de 50 jugadores en un programa a tres años vista. Se obsesionó con crear en el entorno del equipo la necesidad de responder a los retos que les lanzaba el baloncesto FIBA: tiro exterior, circulación de balón y conocimiento de los rivales. Algunos de los mejores jugadores de la NBA renunciaron pero la respuesta afirmativa de otros como Kobe Bryant, Lebron James, Dwayne Wade y Carmelo Anthony sirvió de cebo y motivación en cadena.

Mike Krzyzewski es el entrenador que ha dirigido a su equipo en Pekín para lograr ocho victorias en ocho partidos con sólo una situación comprometida, la planteada por España en la final, salvada por EEUU gracias al tiro exterior, a la circulación de balón y al espíritu asesino de Kobe Bryant. El MVP de la NBA se incorporó a este equipo con la condición concedida por su entrenador Krzyzewski de poderse centrar mayoritariamente en aspectos defensivos. Kobe, Dwayne Wade y Lebron James han sido los mejores. La esencia colectiva estuvo por encima de las dudas y los egos de anteriores ocasiones. Su presencia en Pekín ha distado mucho de la estancia de hace cuatro años en Atenas cuando los jugadores de Estados Unidos se alojaron en un yate de lujo donde se pasaban el día tomando el sol, jugando a la videoconsola y organizando fiestas.

Jugadores como Kobe Bryant, Chris Bosh, Deron Williams, Chris Paul y Dwight Howard ya han mostrado sus intenciones de volver a representar a su país en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Lo harán pero ya nunca se despegarán de la prudencia. Si algo ha logrado España con su actuación en la final es eliminar muchas expresiones de dream team referidas al equipo norteamericano. Quizás nunca más se asocien a la condición de imbatibles.