Aúpa, que tienen mala cara!». Los de la mala cara eran Rafal Majka y el otro, el belga Dylan Teuns. Y el que los miraba Óscar Rodríguez, de 23 años, antiguo estudiante de ingenería mecánica. Lo dejó hace un par de cursos para dedicarse a la bici. Ha nacido una nueva estrella en la Vuelta, en la Vuelta que sigue dominando, no sin sufrimiento, Jesús Herrada (Cofidis). Óscar es un navarro de Burlada, pueblo de al lado de Villava, de donde es el mismísimo Miguel Induráin.

La Vuelta busca nuevos valores. Mira hacia un mallorquín, Enric Mas, que llegó a la Camperona al ritmo de Nairo Quintana y Simon Yates y un poco por delante de Alejandro Valverde, que resiste y se niega a abdicar con 38 años ciclistas muy bien llevados. Cuando Induráin se bajó del trono ciclista, Óscar Rodríguez aún no había cumplido los dos años. Cuando Induráin ganó su último Tour, era un bebé. «Pero soy de la misma edad que su hijo mayor y he salido muchas veces con él y con su padre. Lo conozco de ir con él en bici». Y Miguel Induráin, en parte, ha ejercido de consejero. «Ve por aquí, haz esto. Y no veas lo que anda todavía. Les apretaría a más de uno la cara en el pelotón». Hay que ser muy bueno y tener mucha clase para escaparse con corredores de la talla de Majka, Zakarin, King, Henao o Mollema, y dejarlos tirados.

sin nervios / «No me puse nervioso. Miraba mi potenciómetro y, cuando no, elevaba la cabeza y veía a Majka y al otro». ¿Los pilla, no los pilla? Pues sí. De repente, Óscar vio que estaban tan cerca y que rodaban tan lentos, que él los iba a superar. Los pasó y hasta puro mirarles la cara, como hacía el gran Induráin, para fijarse que no tenían buen aspecto. ¡Aúpa! La señal para demarrar y no dejar pasar el tren de la fama.

Ni en el mejor de los sueños pudo pensar el Euskadi Muruas que ganaría una etapa de la Vuelta. Y no una cualquiera de esas que se llaman de transición. No. Fue en una subida de las que quitan el hipo, la misma en la que hace dos años Quintana comenzó a sentenciar la Vuelta. Y la misma, ahora, en la que el corredor colombiano se ha dejado ver para adivinar que Simon Yates no va en broma, ante la fortaleza de Valverde y el empeño de unos cuantos que, lejos de darse por vencidos, siguen dando guerra, ante las dos etapas de montaña asturianas que ahora aguardan a la Vuelta: el alto de las Praeres y los deseados Lagos de Covadonga.