El caso de la negativa de los responsables de la federación a que la selección española de paralíticos cerebrales de fútbol 7 participe en el Mundial de Argentina, destapado por este diario, es un ejemplo más de que en el deporte todavía hay discriminación, que tratándose de quien se trate las ayudas llegarán o no y que los políticos, en muchas ocasiones, no cumplen con la función que les asignan los ciudadanos, y que no es otra que luchar por sus intereses.

Creo que no es demagógico tachar de vergonzosos hechos como el que han tenido lugar: el equipo nacional, con dos extremeños en sus filas y en plena concentración, se ha tenido que disolver, para escarnio de los protagonistas, que han visto venirse abajo la ilusión de ir a un Mundial y han perdido la opción de clasificarse para la Paralimpiada de Atenas del próximo año. Para más inri, la federación aduce que, además de tener dificultades para reunir los ¡¡¡¡18.000 euros (3 millones de pesetas)!!!! que hacen falta para el desplazamiento y la estancia, la selección puede no conseguir una clasificación digna, algo inaudito, ya que los antecedentes de los chavales en competiciones anteriores han sido siempre positivos.

Ahora salen a la palestra loables iniciativas, como la del empresario Felipe Salgado, dispuesto a sufragar el viaje de los extremeños, pero echo en falta la de los políticos que, insisto, están para casos como estos y que no han aparecido.