España (13+11+21+23): Palau (18), Aguilar (3), Valdemoro (26), Pascua (2), Montañana (11) -cinco inicial-, Lima (3), Sánchez (-), Zurro (5), Martínez (-) y Camps (-).

Rusia (23+21+9+21): Korstin (18), Arteshina (11), Rakhmakulina (4), Stepanova (8), Osipova (12) -cinco inicial-, Demagina (2), Shchegoleva (14), Abrosimova (5) y Vodopyanova (-).

Arbitros: Koromilas (Grecia), Cerebuc (Turquía) y Tatic (Eslovenia). Excluyeron por faltas personales a la jugadora española Montañana (m.40).

Incidencias: Encuentro correspondiente a la final del Campeonato de Europa de selecciones nacionales femeninas 2007 disputado en el Palazzetto dello Sport de la localidad italiana de Chieti ante la presencia de unos 1.500 espectadores.

Rusia y España acabaron repartiéndose las medallas del Europeo femenino igual que en el masculino, con el oro para el equipo ruso y la plata para el español, que llevó a cabo una titánica remontada hasta dejar una diferencia de veinte puntos en cuatro pero tuvo que rendirse ante un rival de mayor dimensión que debe sentir celos del coraje de las subcampeonas. El gran partido de Amaya Valdemoro (declarada mejor jugadora del torneo) no fue suficiente.

Las españolas jugaron sus bazas y resucitaron la incertidumbre, buscaron el milagro (65-69 a 32 segundos) y lo rozaron. Nadie habría apostado por ellas en el descanso. Sólo ellas mismas. Como siempre han hecho. Por eso han ganado la plata y un sitio en el torneo para buscar pasaje hacia los Juegos Olímpicos.

La selección de Evaristo Pérez, por esa cuestión de tamaño, que suple con arrestos, inteligencia y ambición para llegar tan lejos como lo hace en los últimos años -tres bronces continentales seguidos en 1001, 1003 y 2005-, tiene un límite en el que aparecen bloques físicamente tan poderosos como el ruso en Europa o Estados Unidos en otras competiciones. Pues hasta eso desafió cuando ya le daban por muerto..

El cinco contra cinco favorecía a las rusas, que lo explotaron para distanciarse por diez puntos en el primer cuarto (13-23 m.10).

La selección española tenía abierta una brecha importante en el rebote. Los brazos de las eslavas seguían capturando balones cerca del aro, parando la posibilidad de correr de las rojas, y abriendo hueco en el marcador sin apremio. Sólo dejando hacer a las pivots (15-29 m.13).

EL PRECEDENTE En la final masculina del pasado 16 de septiembre, en Madrid, Rusia tuvo que rebuscar en la pizarra para desnaturalizar al equipo campeón del mundo y anotarse el triunfo con una cesta a tres segundos del final. En la femenina, los papeles estaban cambiados. España necesitaba encontrar recursos para rebasar a un rival superior.

Pero el rival le cerró las puertas convencido de andar sobrado. Además, Arthesina entendió y ejecutó perfectamente la labor de apoyo exterior para mantener abiertos huecos. Y así, hasta el final, en el que salió cruz.