PORTUGAL 1: Ricardo; Miguel, Andrade, Ricardo Carvalho, Nuno Valente; Costinha, Maniche; Figo (Petit, min.78), Deco, Cristiano Ronaldo (Couto, min.85); y Pauleta (Nuno Gomes, min.46).

ESPAÑA 0: Iker Casillas; Puyol, Helguera, Juanito, Raúl Bravo; Xabi Alonso, Albelda (Baraja,min.65); Joaquín (Luque, min.72), Raúl, Vicente; y Fernando Torres (Morientes, min.80).

GOL: 1-0. Min. 57. Nuno Gomes.

ARBITRO: Anders Frisk (Suecia). Mostró cartulina amarilla a Pauleta (7´), Nuno Gomes (65´), de Portugal y a Albelda (8´), Juanito (68´), Puyol (73´) de España.

Contaba el fin, y no los medios, pero aunque España se hubiera clasificado para los cuartos de final, aunque hubiera empatado, no habría merecido seguir adelante. Por una simple cuestión de sensibilidad futbolística, por el prestigio que todavía tiene, pese a que lo va perdiendo a una velocidad de vértigo. En una de las actuaciones más mediocres y más patéticas que se le recuerdan, la España de Iñaki Sáez ni empató ni se clasificó. No logró nada porque ni siquiera jugó. Perdió (1-0) porque se limitó a presentarse en el campo a ejercer de sparring y a facilitar la fiesta de Portugal.

MANOJO DE NERVIOS Hay muchas formas de perder y de caer eliminado, pero hacerlo de forma tan vergonzosa, es difícil. España estrelló dos remates en la madera, después del gol de Nuno Gomes, pero en esa fase del duelo, yendo a la desesperada, con menos cabeza que corazón, también emergió la figura de Casillas evitando la goleada cuando el duelo se había convertido en un correcalles, con los españoles huyendo del desastre y los portugueses corriendo hacia la gloria. La noche en que se esperaba a Raúl, a Fernando Torres, a Valerón, a los niños de Sáez, fue la noche de la consagración de Figo, de Deco, de Cristiano Ronaldo y de Nuno Gomes. Futbolistas que dejaron en ridículo a sus colegas vecinos.

España no jugó a nada. Fue un manojo de nervios desde el primer minuto al último. Los cambios que introdujo Sáez no ofrecieron ningún rédito. La sana intención del técnico por mejorar la imagen del equipo logró el efecto contrario. La empeoró. Había inyectado al equipo una dosis de rapidez y otra de técnica, virtudes necesarias para todo conjunto que quiera llevar el timón de un partido. Pero España nunca tuvo el balón porque lo regaló o lo perdía tontamente, con una facilidad de equipo aficionado.

RAUL, DESACTIVADO Joaquín y Vicente, en las bandas, no tuvieron opción para intervenir, y Raúl se desactivó él sólo. El madridista desatendió las funciones que debía cumplir: ni se movió como mediapunta para crear huecos, ni se ofreció a los centrocampistas para que sacaran el balón más cómodamente, ni como capitán arengó a los suyos para que salieran de la cueva. Tiró dos pases en 90 minutos. Lento de reacción, estuvo más rato en el suelo que de pie.

Entre la deprimente línea del equipo, sobresalió terriblemente la actuación de Raúl Bravo. ¡Qué calamidad! Difícilmente repetirá en el futuro un partido como el de ayer, aunque sólo tiene 23 años y una larga carrera por delante. Podría argumentar a modo de atenuante que tuvo que lidiar con Figo y Cristiano Ronaldo, dos extremos capaces de marear al más pintado. No los supo frenar ni con faltas y cometió torpezas no forzadas por el rival, como pasarse de largo en un vano intento de proteger un balón o entregar un saque de banda al portugués Miguel. Su mejor intervención llegó en el minuto 90, al salvar un gol de Maniche sobre la línea.

DERECHAZO DE NUNO Puyol tampoco anduvo fino ante idénticos rivales y Portugal, que empezó cargando el juego por la banda de Bravo, apretó luego al azulgrana. Los lusos llegaron con facilidad hasta el área española, pero ahí se topaban con la cruda realidad. No tienen delantero centro. Pauleta lleva el nueve. Su aportación se limitó a evitar que Portugal estuviera con 10 en el campo. En dos de los tres partidos, Scolari le ha sustituido en el descanso. Nuno Gomes demostró en 12 minutos que debía ser titular, al conectar un gran derechazo cruzado (m. 57) desde fuera del área, que significó el único gol del partido.

MATICES El nueve de España es un gran delantero centro. El problema fue que Fernando Torres recibió poco juego. Cada vez que pudo escaparse del deportivista Andrade y algún compañero le vio, creó taquicardias entre los portugueses. Profundo y vertical, insinuó el peligro que genera. Cabeceó fuera un córner en el único remate decente en la primera mitad y estrelló un balón al poste (m. 62) poco después del gol de Nuno Gomes.

Ese tanto resultó balsámico para Portugal, que mostraba síntomas de impaciencia. Necesitaba ganar, y transcurrido el primer tiempo empezaron a invadirle las prisas. Menos laborioso en el juego, se precipitó, dando aire a España.

LOS CAMBIOS El once de Sáez, que decidió tarde y mal los cambios, poniendo muy en duda su capacidad para interpretar los partidos, pudo estirarse a lo largo del campo. Cambió a Albelda por Baraja, que son dos jugadores muy parecidos, metió a un zurdo como Luque de extremo derecho, y no sacó a Fernando Morientes hasta el minuto 80, por el central Juanito.

Sáez, como el equipo, apeló al instinto de supervivencia, a la desesperación, sin recurrir al fútbol, sino a la patada a seguir, al rugby. Juanito remató a la parte superior del larguero (m. 76) pero eso anunció, paradójicamente, la aparición de Iker Casillas, que evitó tres goles. Evitó así un ridículo antológico, pero el adiós amargo es inevitable.